Una investigación
realizada por miembros de la Asociación Buxus
ha permitido documentar que los aguacates situados en el patio del
colegio Cardenal Belluga de Motril son parte del primer ensayo agronómico
realizado en Andalucía, que ha podido ser fechado en octubre de 1935, casi 20
años antes de las primeras plantaciones comerciales de la Costa.
La investigación se ha realizado ante el peligro que para
estos ejemplares representaban las inminentes obras de remodelación que el
ayuntamiento de Motril va a realizar en esta zona, y que afectan al patio de
este colegio, las zonas inmediatamente adyacentes y a las viviendas de la
antigua Alcoholera.
Se trata de dos ejemplares y un tocón rebrotado plantados en
la antigua Estación Experimental de Motril por el ingeniero agrónomo Arsenio
Rueda, responsable de la introducción de las variedades de caña que salvaron la
industria azucarera motrileña.
La confirmación de este descubrimiento ha sido posible
gracias a la participación de diferentes personas, entre ellas, Encarnación
Escañuela, archivera municipal; Laura Soler, bióloga y empresaria agrícola y
José María Farré, técnico jubilado de la Estación experimental “La Mayora”.
La Asociación Buxus ha trasladado a los técnicos municipales
la necesidad de preservar estos ejemplares que podrían verse afectados por la
construcción de una pista de skate, a la vez que ha solicitado la remodelación
del proyecto para incluir una zona temática dedicada a recuperar la memoria de
una de las estaciones experimentales más antiguas de España, del ingeniero
Arsenio Rueda y de la introducción de las primeras variedades de subtropicales.
“ Este descubrimiento sitúa a estos aguacates como kilómetro
cero de la Costa Tropical, un auténtico reclamo turístico si por una vez se
actúa de forma inteligente” han indicado Fernando Alcalde, miembro de la
asociación Buxus y responsable de la investigación.
El aguacate prodigioso
Un intento por salvar, quizás, el aguacate más antiguo de la
Costa Tropical
Hace unos días nos llegó a la asociación Buxus, de forma
absolutamente fortuita, la noticia de que el ayuntamiento de Motril pensaba
demoler las viejas instalaciones de la grúa municipal con la intención de
construir en su lugar una pista para patinetes, un circuito de skate, obra que,
al parecer, irá acompañada de la remodelación de las viviendas de la Alcoholera
con destino a situar, allí, la futura Casa de la Juventud de Motril.
Recordé, en ese momento, un plano y una pregunta que me
hicieron llegar hace algunos meses y que, con esta nueva noticia, cobraban
actualidad. El citado plano, sin fecha, pero que posteriormente pude situar
hacia 1982, recogía un sector de la zona ahora afectada por el mencionado
proyecto; no guardaba mayor interés que la inclusión de la localización de un
árbol al que acompañaba una atrevida anotación: “el aguacate más viejo de
Europa”, y una acotación: 23,58 m de diámetro de copa. La pregunta que figuraba
al dorso no podía ser otra que: "¿Sabes algo de esto?". Y no, no
sabía nada de aquello.
Me fui raudo al encuentro con aquel enigmático árbol. Con el
plano entre mis manos, fatigué mis pasos intentado cuadrar su posición,
rotándolo y escudriñando el terreno desde cada rincón del parque con la
esperanza de que su ausencia fuese causa de mi impericia y no del habitual y
fatídico destino que suele correr el arbolado de nuestra ciudad. Revisé de
nuevo el plano y, en pleno patio del colegio Cardenal Belluga, junto a unos
coloridos columpios, encontré un gran ejemplar de aguacate que, sin llegar a
tener las dimensiones del buscado, llamaba la atención por su porte, pese a
carecer de riego ni cuidados. A este le acompañaban en su destierro un segundo,
parapetado contra la tapia del colegio y un tercer y triste tocón, carcomido,
pero rejuvenecido por algunos rebrotes. “Son locos y son un problema, porque
las ratas se acercan a comerse los aguacates y son un peligro para los niños”,
acertó a decirme alguien que andaba por allí.
En los días siguientes no pude reprimir preguntar por el
árbol a algunas personas con las que tropecé y de las que intuía que por razón
de su edad u ocupación podían conocer algo sobre el tema. De todo ello pude
concluir que, efectivamente, el árbol existió y que tuvo ese porte. Nadie
conocía quien lo había plantado, pues la única referencia era aquella anotación
superlativa que lo encumbraba a decano de los aguacates europeos y que, al
parecer, la realizó la antigua propietaria de la finca, Doña María Luisa
Español y Vélez Ladrón de Guevara, en el momento de su transmisión al
ayuntamiento de Motril. Según algunas fuentes, el portentoso árbol desapareció
en tiempos muy recientes por causas no definitivamente aclaradas, pero en las
que media, en todas las versiones, la participación accidental de una máquina
excavadora en las labores de construcción del Parque de los Pueblos de América.
No obstante, aprecié una continuada confusión sobre el lugar donde se hallaba
el árbol, pues me hablaban indistintamente de ejemplares situados en el parque
y junto a la antigua piscina municipal.
Aquí acabó inicialmente esta investigación sin pretensiones,
hasta que hace unos días volvió a cobrar urgencia ante la noticia de la obra
que pensaba realizarse. Y recordé los ejemplares que quedaban en el patio del
colegio y que podrían acompañar en su destino fantasmagórico al ya difundo.
Volví a las indagaciones y decidí importunar a D. Rafael
Gámez, motrileño casi nonagenario afincado en Atarfe que, además de haber
vivido durante muchos años en las casas de la Alcoholera, es conocido por
disponer de una memoria homérica. Y de nuevo me certificó la presencia de aquel
aguacate ciclópeo y de otros menores que lo acompañaban; descripción que
finalizaba con una aclaración: “Aquel terreno no era de La Fábrica (La
Alcoholera), ni de la Huerta del Cheno, sino de La Granja Agrícola”, un centro
experimental que funcionó en esta zona a comienzos del siglo pasado de la mano
de Arsenio Rueda, el ingeniero agrónomo pionero en el ensayo de diferentes
variedades de caña de azúcar y que fue el introductor de la famosa caña de
almil (y de la que es nieta la actriz Belén Rueda, sea dicho de paso), pero
¿tendría algo que ver él con los aguacates?
Así que con esto me fui en busca de la persona que tiene la
historia de nuestra ciudad en su cabeza y en sus armarios: Encarna Escañuela,
archivera municipal, que casi me deshizo con la mirada cuando le pregunté si
disponía de alguna información sobre la Granja Agrícola. Y aquí resumo lo que
me contó y leí de los textos que me proporcionó:
La estación de Agricultura General de Motril se creó en 1902
pero permaneció inactiva hasta la llegada de Arsenio Rueda Marín, miembro del
cuerpo nacional de Ingenieros Agrónomos, que se hizo cargo de la finca el 15 de
octubre de 1917. En 1924 la estación de Agricultura General de Motril pasó a
depender de la Estación Agropecuaria de Granada, trasladándose la actividad al
pago de la Vega denominado “Cercado de La Virgen” que comprendía tres hectáreas
de regadío y otras doce de secano, -esto es, el lugar donde hoy se encuentra
parte del Parque de los Pueblos de América y la piscina municipal-. D. Arsenio
Rueda ocupó una de las viviendas de la Alcoholera entre 1917 y 1924, junto a
otra dependencia donde se localizaba el laboratorio. En 1924, Arsenio Rueda fue
nombrado Director de la Estación Experimental de Granada, ejerciendo
posteriormente diferentes cargos hasta que el 15 de junio de 1942 se marchó a
Zaragoza como Director de Regadíos.
La mayor parte de la investigación de Rueda en Motril se
centró en la caña de azúcar, siendo el responsable de la introducción de la
variedad POJ 2727, originaria de Java, resistente a las enfermedades como el
“mosaico” y de alto rendimiento en sacarosa, que supuso la salvación de la
industria azucarera motrileña; fue conocida popularmente como caña de almil
-“del mil”, por ser una de las primeras variedades numeradas-. Pero, al
parecer, también hizo sus pinitos con otras especies vegetales: Sabemos que ensayó
el tabaco, el boniato, la soja y el algodón… y, quizás, el aguacate.
Arsenio Rueda se fue de Motril tras haber salvado a la
industria azucarera y a toda la economía local. Como recompensa se llevó una
deuda de 6000 ptas que el primer alcalde franquista se negó a satisfacer, un
intento de destitución por parte de los industriales y terratenientes
motrileños y la chufla y desprecio general por sus métodos científicos.
Con la partida de Arsenio Rueda, la finca comenzó a decaer,
de tal modo que en la década de los años sesenta, el centro ya había dejado de
pertenecer a la región agrícola de Granada para depender de la Estación de
Málaga. Hacia los años setenta los propietarios a quienes el estado había
arrendado los terrenos –Doña María Luisa Español y Vélez Ladrón de Guevara-,
los reclamaron, y la estación motrileña cerró.
Pero seguía sin saber si el aguacate tuvo alguna relación
con la Granja Agrícola. Intenté localizar sin éxito alguna pista en la
colección de fotografías del fondo documental Arsenio Rueda custodiado en el
Archivo Municipal de Motril; tras revisarlas detenidamente, los aguacates no
aparecían en ellas por lo que resultaba obvio que su plantación debió ser
posterior a su realización, en la década de 1920. Recurrí, a continuación, al
fondo de fotografías aéreas del Instituto Geográfico Nacional y allí, sí,
localicé una serie de ortofotos de los años 1945, 1955 y 1977 que permitían
reconstruir la evolución de este huerto. En la primera de ellas se distinguen
tres árboles en las mismas localizaciones que los actuales aguacates del
colegio, junto a un grupo más numeroso, separado de ellos, conformando una
plantación geométrica. En las siguientes, se puede observar como estos últimos
desaparecieron al ser sustituidos por otra plantación de arbolado, que
corresponde con los chirimoyos actuales.
Seguí indagando en la bibliografía sobre el aguacate y no
tardé en toparme de bruces con su obra de referencia, el libro de Julián Díaz
Robledo 'Historia del Aguacate Español', que dedica un interesantísimo y
evocador capítulo a describir los viajes que realizan en 1954 Roger Magdahl y
Luis Sarasola, los pioneros del aguacate comercial español, por la costa
mediterránea a lomos de una motocicleta, intentando localizar las plantas de
aguacate existentes y el lugar idóneo donde comenzar su aventura agronómica. En
este viaje cuenta la localización de un huerto con aguacates en la Estación
experimental de Torrox, hermana de la de Motril y hoy desaparecida; tres pies
de origen mejicano, sin injertar, en Almuñécar (uno de ellos fue arrancado y de
los dos restantes no tengo noticias); y en Motril, ¡oh sorpresa!, los
ejemplares de la abandonada Granja Agrícola. Se trataba, según sus palabras, de
los primeros aguacates antillanos –comerciales– que encuentran. Eran plantas
sin injertar, de unos 15 a 20 años de edad, dispuestas en un huerto, junto a
otro, el primer aguacate injertado que encontraban, lleno de frutos, y, a
diferencia de los que habían visto en Málaga, de características guatemaltecas,
es decir, de una gran proporción de carne. Describe el árbol como mayor que los
anteriores, de unos 20-30 años de edad y separado del resto, situado “junto a
la entrada del huerto”. Un par de años antes, Wilson Popenoe, un especialista
californiano que también visitó la finca, describió igualmente la existencia de
un gran árbol guatemalteco, un Mayapán, y otros 20, entre mexicanos e híbridos,
en un huerto cercano.
Todo iba indicando que los aguacates del colegio se
plantaron entre 1930 y 1940 como certificaban tanto los especialistas citados
como las imágenes del Instituto Geográfico Nacional, y que se trataba de un
ensayo agronómico que remitía a las cualidades técnicas de Arsenio Rueda.
Pero necesitaba una confirmación de algún especialista. Así
que llamé a Laura Soler, bióloga, investigadora, empresaria agrícola del mundo
de los subtropicales y entusiasta de los árboles, que casi me arrastra al
colegio cuando le conté lo del árbol.
–Huele-, me dijo
-No huelo nada-, respondí, haciendo evidente una de mis
muchas carencias.
-¿No hueles a anís?
-Pues ahora que lo dices…
El olor a anís de las hojas del aguacate es una de las
características de los pies de origen mexicano, los más antiguos traídos a
nuestro país. Los rebrotes del tocón del tercer ejemplar correspondían a uno de
ellos. Sin embargo, el fruto del gran aguacate del patio del colegio era propio
de un árbol productivo de alguna variedad guatemalteca como había descrito
Popenoe; un dato que nos conducía, de nuevo, a la experimentación de Arsenio
Rueda. Laura se llevó unos frutos y los envió a José María Farré, posiblemente
el mayor especialista nacional en la investigación con subtropicales.
Y en medio de esta incertidumbre, Encarna Escañuela hace un
descubrimiento sorprendente. En el océano del archivo municipal, encuentra,
¡ahí es nada!, el diario de operaciones de la Estación Agropecuaria de Granada,
de la que dependía la finca motrileña, y donde se recogen las actividades de
nuestro ingeniero agrícola entre 1924 y el comienzo de la Guerra Civil,
anotadas de su puño y letra.
En el diario se describe su frenética actividad y la calidad
de su investigación, que lo lleva a ser el representante español en el Congreso
Internacional de Agricultura Tropical de Paris en 1931. Son páginas donde
describe su lucha contra el mosaico de la caña, los ensayos de tabaco, algodón,
soja, aleurites y, en octubre de 1935, en plena II República, ¡bingo!, la
plantación de unos aguacates enviados por el agregado español en Washington;
plantación que la trágica intermediación, unos meses después, de la Guerra
Civil hizo que quedasen olvidados, sobreviviendo a duras penas y reducidos en
el imaginario motrileño de posguerra a la excentricidad de una árbol americano
de fruto indigerible pero que, unos años después, transformaría la costa de Granada
en la Costa Tropical.
Hace unos días nos contestó Farré; él conoció este árbol en
1969, al que identificó como una variedad cruzada entre guatemalteco puro y
mexicano que fue catalogada como “variedad Motril” en la Mayora, y al que
Popenoe llamó Mayapán. Fue muy utilizada en la Costa hasta ser sustituida por
el Hass, nos indicó, para finalizar con esta frase: “Si es el mismo árbol,
merecería la pena conservarlo como monumento histórico”.
Los aguacates del colegio Cardenal Belluga son, así, el
testimonio de la primera experimentación científica del árbol en Andalucía;
posiblemente, los más antiguos de Granada y de los más antiguos de Europa; son
el kilómetro cero de la Costa Tropical, un patrimonio que bien gestionado puede
ser un enorme reclamo turístico ligado a la historia de las Granjas Agrícolas,
la revolución agrícola-industrial y la experimentación de las variedades de
subtropicales y de la caña de azúcar, que bien merece que el proyecto de parque
de skate se desplace unos metros. Creemos que es un momento inmejorable para saldar
la deuda que nuestro pueblo tiene con la figura de Arsenio Rueda,
reconstruyendo su laboratorio en la Alcoholera y dando a conocer sus
investigaciones.
Así se lo hemos trasladado a los responsables técnicos del
proyecto, quienes han prometido tenerlo en consideración. Si no es así,
permítame el lector reclamar, en ese momento, su ayuda para salvar al viejo
centinela de la Vega de Motril.
Fernando Alcalde, asociación Buxus
Para saber más:
Díaz Robledo, Julián, 1997. “Historia del aguacate español”.
Ed. Eilea.
Fernández Olvera, Manuel, 2004. Tal como Ayer. Ayuntamiento
de Motril.
López Lengo, José, 2004. “Arsenio Rueda Marín. Regenerador
de la caña azucarera (I, II y III)”, El Faro nº. 3829, nº. 3830 y nº. 3831,
Motril, 22/X/2004, 29/X/2004 y 5/XI/2004
Rodríguez Marín, Francisco José, 2012. “Las estaciones de
agricultura de Motril, Torrox y Churriana Universidad de Málaga”. Jornadas
Andaluzas de Patrimonio Industrial y de la Obra Pública (1ª. 2010. Sevilla.)
Rueda Martín, Arsenio, 1926-1936 “Diario de operaciones de
la Estación Agropecuaria de Granada”, Archivo Municipal de Motril
Fotografías: colección Arsenio Rueda Marín, Archivo
municipal de Motril; Instituto Geográfico Nacional.
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