Jenifer es la víctima nº 918, si atendemos a los cálculos
más conservadores, de violencia de género desde que comenzó este necesario
conteo. El 8 de enero, Jenifer denunció a su marido en la comisaría de la
Policía Nacional de Puerto de la Cruz. Ella no creyó necesaria una orden de
alejamiento, pues fue sólo una agresión verbal. Hoy está muerta, asesinada por
esa persona a la que consideraba inofensiva.
Cuando vamos a la consulta médica, la persona especialista
evalúa el problema de salud con preguntas directas a la persona afectada y,
según su criterio profesional, prescribe un tratamiento y nos da órdenes
concretas para nuestra recuperación.
En violencia de género, la mujer víctima decide si necesita
medidas de protección, por tanto, decide si solicita orden de alejamiento. Ella
facilita los primeros datos para VIOGEN, que mide el factor de riesgo de
reincidencia del agresor.
El sistema claramente está fallando: la paciente es la que
evalúa su enfermedad y se pone el tratamiento, un tratamiento que la ha hecho
encabezar el conteo mortal de víctimas de violencia de género de 2018.
#BastaYa
#NosQueremosVivasYLibres

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