26/5/06

La Universidad de Granada edita un libro sobre los artistas y los críticos españoles en México entre 1939 y 1960

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Obra de los profesores Ignacio Henares Cuéllar, Rafael López Guzmán, Mª Teresa Suárez Molina y Mª Guadalupe Tolosa Sánchez, el volumen recoge casi medio centenar de semblanzas de artistas españoles en el exilio, así como revistas y antologías de textos

El presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) propició el hecho de que México se convirtiera en tierra de promisión para la España derrotada, y así comenzó el éxodo hacia el país mesoamericano: “Primero llegaron unos cuantos centenares de niños, luego un importante grupo de intelectuales españoles y, finalmente, llegaron en masa los españoles republicanos”

Cerca de cincuenta semblanzas de artistas españoles en el exilio, así como otras catorce biografías de críticos, y varias revistas y antologías de textos, conforman el libro “Exilio y creación. Los artistas y los críticos españoles en México (1939-1960)” publicado por los profesores Ignacio Henares Cuéllar, Rafael López Guzmán, Mª Teresa Suárez Molina y Mª Guadalupe Tolosa Sánchez, en la colección Biblioteca de Humanidades Arte y Arqueología de la Editorial Universidad de Granada. El volumen, de más de trescientas páginas, contiene además referencias hemerográficas, bibliografía y hemerografía.

Según los autores de este libro, “las específicas condiciones históricas de la República Mexicana tras su revolución de 1910 la convirtieron en uno de los centros de oposición política más contundentes ante la guerra civil española, con un claro y decidido apoyo hacia el gobierno legítimo de la República”.

La actuación mexicana, a decir de los autores de “Exilio y creación”, no hay que valorarla en efectos militares sino, y ante todo, por su valor humanitario. El presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) propició que México se convirtiera en tierra de promisión para la España derrotada, y así comenzó el éxodo hacia el país mesoamericano: “Primero llegaron unos cuantos centenares de niños, lue­go un importante grupo de intelectuales españoles y, finalmente, llegaron en masa los españoles republicanos”.

“Se pensaba –según recogen los textos de este libro– que quienes aceptasen la invitación mexicana no ten­drían que sentir que estaban abandonando espiritualmente su país, ya que desde México podrían escribir y hablar de manera libre y eficaz a favor de la causa española. Al mismo tiempo, podrían contribuir a la vida intelectual mexicana, dando conferencias, escribiendo y dirigiendo a estu­diantes en ocupaciones académicas.”

Esta iniciativa era apoyada –según los autores del libro– por intelectuales mexicanos como Alfonso Reyes, Daniel Cossío Villegas, Genaro Estrada, Manuel Martínez Báez y Eduardo Villaseñor. Además, la estan­cia y financiación de la Casa de España se concebía como un paso inter­medio hasta que fueran contratados por universidades o encontraran medios de subsistencia independientes en México.

El único inconveniente estuvo en las limitaciones económicas y espaciales de la propia Casa de España aunque, rápidamente, varios centros universitarios se implicaron en el proyecto y empe­zaron a invitar y a contratar directamente a los cualificados profesionales españoles. El asilo que le dio la Casa de España a un grupo restringido de españoles generó muchas expectativas, siendo la vida la primera y no menos importante de ellas. “Significó también una gran responsabilidad. Se trata­ba de poner a prueba, en México, en América, la valía de lo que Dámaso Alonso había llegado a llamar en España una segunda edad de oro. Y esto, en un tiempo en que preocupaba muy seriamente el naufragio de Occidente. Los huéspedes de la Casa de España tenían que trabajar, y mucho. Trabajar, además, en paz; olvidar, o por lo menos poner entre paréntesis, el mundo enloquecido del que se les rescataba”.

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