3/4/07

La sobreprotección que muchos padres ejercen sobre sus hijos puede llevarles a desarrollar el llamado ‘síndrome de Peter Pan’


Este trastorno psicológico es cada vez más frecuente en la sociedad occidental, y afecta a sujetos con personalidad débil que se muestran reacios a asumir responsabilidades propias de la edad adulta
Quienes lo padecen cambian constantemente de pareja y buscan parejas más jóvenes, y se visten y divierten como adolescentes pese a superar la treintena


Bajo el nombre de ‘Síndrome de Peter Pan’ se hace referencia a aquellas personas que no quieren o se sienten incapaces de crecer, es decir, son sujetos que tienen un cuerpo de hombre con mentalidad de niño. No saben o no quieren renunciar a ser un hijos para empezar a ser padres o madres.
Actualmente este síndrome no se considera una psicopatología, ya que la Organización Mundial de la Salud no lo ha reconocido como un trastorno psicológico. Sin embargo, la realidad es que cada vez son más las personas adultas que, en la sociedad occidental, presentan comportamientos propios de inmadurez emocional, son incapaces de crecer y asumir las responsabilidades de la vida adulta e incluso se visten y se divierten como adolescentes, pese a superar la treintena de edad.
Humbelina Robles Ortega, profesora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y experta en trastornos emocionales, advierte de que la sobreprotección a la que muchos padres someten actualmente a sus hijos puede provocar que éstos desarrollen el Síndrome de Peter Pan, ya que “es propio de personas dependientes, que han sido sobreprotegidas por sus familias y no han desarrollado las habilidades suficientes para afrontar la vida”. Los ‘peterpanes’ de la sociedad actual “ven el mundo de los adultos como muy problemático y tienen idealizada la etapa de la adolescencia-juventud, por lo que tienden a querer mantener su estado de privilegio”.

Más frecuente en hombres

El Síndrome de Peter Pan puede darse en ambos sexos, aunque es más frecuente entre los hombres. Algunas características de este trastorno son la incapacidad del sujeto de asumir responsabilidades, comprometerse o mantener su palabra, la excesiva preocupación por su aspecto físico y su bienestar personal y la inseguridad en uno mismo, a pesar de que no lo demuestre y pueda parecer lo contrario.
La profesora de la UGR afirma que estas personas suelen tener miedo a la soledad, por lo que intentan rodearse de gente dispuesta a cubrir sus necesidades. “Tienen ansiedad cuando son evaluados por sus compañeros de trabajo o sus superiores, ya que son absolutamente intolerantes ante cualquier crítica. En algunos casos, pueden tener graves problemas de adaptación en el trabajo y en la relación con su pareja”.
Otra de las características de las personas con ‘Síndrome de Peter Pan’ es que cambian constantemente de pareja y buscan parejas más jóvenes. “En cuanto una relación empieza a implicar un alto nivel de compromiso y responsabilidad, suelen asustarse y acaban rompiéndola. La relación con chicas más jóvenes tiene la ventaja de que conlleva vivir el día a día sin ir más allá, e implica menos planes de futuro y por tanto, menos responsabilidades”.

Detrás de todo Peter Pan hay una Wendy

El psicólogo Dan Kiley, que en 1983 definió el ‘Síndrome de Peter Pan’, utilizó también el término de ‘Síndrome de Wendy’ para describir a las mujeres que actúan como madres con su pareja, o con la gente más cercana. Humbelina Robles destaca que “Wendy es aquella mujer que se encuentra detrás de un Peter Pan. Para que exista un Peter Pan siempre tiene que haber alguien que asuma y se encargue de lo que este sujeto no hace”.
La investigadora de la UGR afirma que Wendy “toma todas las decisiones y asume las responsabilidades de su pareja, justificando su informalidad ante los demás. También incluso, en el núcleo familiar, podemos encontrar personas Wendy: en las madres que son muy sobreprotectoras con los hijos”.
La profesora dice que el mayor inconveniente de ambos trastornos (Síndromes de Peter Pan y Wendy) suele residir en el hecho de que la persona que los padece no se siente parte del problema, no lo reconoce. Robles apunta que la única solución para este mal es un correcto tratamiento psicológico, centrado no sólo en la persona que sufre el síndrome, sino también en la pareja y su familia.

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