19/5/06

La UGR edita un libro sobre los rituales y la magia practicados por los moriscos


La obra, escrita por la profesora Yvette Cardaillac-Hermosilla, titular del Instituto de estudios Ibéricos de la Universidad de Montaigne (Burdeos II), recoge un estudio, basándose en los documentos emanados de la Constitución, sobre las mujeres moriscas acusadas de practicar la magia

Publicado por la Editorial Universidad de Granada, en la colección Divulgativa Collectanea Limitae, que dirige el profesor Manuel González de Molina, “Los nombres del diablo” se presenta en siete capítulos dedicados a las características de la magia morisca y otros aspectos de sus hábitos y costumbres


A partir de la literatura clandestina morisca y de los documentos de la Inquisición, el libro “Los nombres del diablo”, escrito por Yvette Cardaillac-Hermosilla, ofrece un análisis sobre las mujeres que fueron acusadas de practicar la magia. La autora se sirve, para este fin, de la literatura aljamiada, es decir, de la literatura clandestina morisca transcrita de la literatura mususlmana y escrita en castellano con ayuda de caracteres árabes.
Muchos moriscos se dedicaron a la hechicería o a la magia, que comprende todos los maleficios y beneficios, predicciones favorables, invocaciones y plegarias que podían realizar las hechiceras. “La magia profiláctica --señala la autora del libro, Yvette Cardaillac-Hermosilla-- es aquella que todo individuo utiliza como mecanismo de defensa, sin ser experto en la materia. La magia sirve para evitar la mala suerte cuando viene una desgracia injustificada o cuando se anhela protección. No obstante, no se suelen practicar ritos maléficos contra los demás”.
Estas prácticas aparecen reflejadas en los Libros aljamiados: manuscritos redactados en castellano transcritos en caracteres árabes para mantener en secreto su contenido.
Según la autora del libro, “el concepto de brujería o witchcraft, que se construye como la réplica opuesta de la religión cristiana, no existe en los libros aljamiados de magia. Los moriscos practican también la religión musulmana en secreto en un medio hostil, es lo que conocemos como taquia (disimulo), actitud aconsejada a los moriscos por el muftí de Orán”.
El término morisco tiene connotaciones despectivas y se emplea para designar a los miembros de una comunidad acosada y vencida, que realizaba comúnmente los trabajos subalternos.




“Este vocablo –afirma Yvette Cardaillac-Hermosilla, autora de la obra-- denomina a los musulmanes españoles que se convirtieron a la fuerza al cristianismo para evitar su exilio a partir de 1502 y en otras fechas según los reinos. Los esfuerzos para lograr su integración, a menudo vigorosos, provocarían levantamientos. Los moriscos fueron repartidos geográficamente de forma irregular, pero no cabe duda de que las deportaciones de población modificaron significativamente las cifras a lo largo del siglo XVI. El Duque de Lerma, ministro de Felipe III, organizó su expulsión definitiva entre los años 1609 y 1611”.

Los mudéjares

Los moriscos descendían de los mudéjares, del árabe mudadjan (sirviente), término que se aplicaba a los musulmanes que permanecieron bajo dominación cristiana después de la Reconquista, y abona­ban un tributo al señor cristiano; el arte realizado por los artesanos de estas comunidades y por los cristianos iniciados, intensamente influenciado por el arte musulmán, se llama de la misma manera.
Los moriscos se casaban --siempre a decir de la autora del libro-- según el rito musul­mán, en secreto. Formaban grandes familias que se protegían gracias a los conocimientos compartidos cuya síntesis se encuentra en los libros aljamiados. Viajaban a lo largo y ancho de la península ibéri­ca, hacia África y a través de su imaginación. En todos los actos de la vida pública y privada, neu­tralizaban las fuerzas del mal solicitando la ayuda de los djinns (duendes). Así lucharon por preservar su identidad y cultivar la tradición religiosa islámi­ca cuya práctica les había sido prohibida después del bautismo forzoso al que accedieron para evitar el exilio.
“Los problemas que sufrió la minoría morisca durante el siglo XVI --añade Yvette Cardaillac-Hermosilla-- pueden servirnos para com­prender el funcionamiento de las relaciones de do­minación contemporáneas, ya que continúan siendo, aproximadamente, los mismos. Por otra parte, y en relación a la magia, durante una visita a un oasis del sur de Túnez con una antropóloga japonesa que estudiaba las costumbres locales relativas a las artes adivinatorias, pudimos observar que se repro­ducían tradiciones transcritas en los procesos de la Inquisición y que incluso se mantenían las propor­ciones de las predicciones favorables recogidas en los libros aljamiados de magia”.

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