23/11/06

Un estudio de la UGR destaca la necesidad de intervenir en los factores socioculturales que sostienen la violencia de género


Una forma de violencia que caracteriza la sociedad actual es la que tiene lugar en el seno doméstico, y que afecta de forma especial a las mujeres. Para intentar alzar la voz contra esta lacra, el próximo 25 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Violencia de Género. Y es que la incidencia de víctimas de violencia ejercida por su pareja o ex pareja ha tenido un incremento alarmante en los últimos años, aumentando en un 129,96% entre el año 1999 y el 2003 (cifras recogidas por el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia a partir de datos del Ministerio del Interior y del Instituto de la Mujer).
Ante esta problemática, y teniendo en cuenta el número de casos experimentados en los últimos años, Inmaculada Valor Segura del grupo de investigación "Discriminación y estigma: Aspectos Psicosociales" de la Universidad de Granada, señala que “la única vía eficiente de la que se puede hablar es de una prevención primaria ante la violencia doméstica”. Por un lado, las medidas que se pongan en marcha, deben crear conciencia social acerca de la gravedad de esta realidad, y por otro, frenar el incesante aumento de las estadísticas relativas a la violencia doméstica.
Para ello, afirma la investigadora, “es necesario conocer y comprender los factores que ejercen una influencia en las actitudes hacia la violencia contra las mujeres”. Con este propósito, Inmaculada Valor ha llevado a cabo un trabajo de investigación, dirigido por la profesora Francisca Expósito Jiménez de la UGR, y que ha sido galardonado con el V Premio de Investigación "Juan Huarte de San Juan" en Psicología aplicada, que otorgan el Ilustre Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental y las Universidades de Almería, Granada, Jaén y Málaga.
A través de una batería de cuestionarios, las investigadoras han examinado la reacción social que suscita la violencia doméstica así como la valoración y justificación que se hace de la misma en una muestra de 702 participantes, con edades comprendidas entre los 11 y 82 años. A los participantes se les ha presentado un episodio correspondiente a la transcripción real de una llamada realizada por una mujer a un teléfono de atención a víctimas. Esto les ha permitido a las investigadoras, entre otras cosas, evaluar las actitudes hacia dicho episodio de agresión contra la mujer y medir la atribución que hacen los participantes de los motivos que ha llevado al hombre a comportarse de esa manera.
Víctimas en potencia
Otra de las variables tenidas en cuenta ha sido el sexismo, tanto el hostil como el benévolo. En esta línea, los resultados confirman la relación significativa existente entre sexismo y otras variables ideológicas (creencias en el mundo justo, Cultura del Honor, religión) así como la influencia de tales creencias en las actitudes hacia un episodio agresivo de violencia doméstica. Según Inmaculada Valor, “los resultados apuntan a que las personas con puntuaciones más altas en ideología de género (sexismo) legitiman en mayor medida un episodio de violencia doméstica”. Además, mientras que las mujeres tienen reacciones más negativas antes estos episodios, los hombres suelen atribuir menor credibilidad a la víctima y muestran una mayor tendencia a justificar la agresión. A esto se añade un dato significativo, y es que “en aquellos participantes que no presentaban causa de la agresión hay una tendencia más favorable hacia el maltrato”.
Por otro lado, las investigadoras aseguran que las percepciones negativas del maltrato hacia las mujeres mantenidas por los hombres proceden de actitudes más negativas hacia las mujeres como grupo mientras que las mujeres, es menos probable que culpen a las víctimas de provocar la situación.La investigadora explica que estas diferencias “se deben al hecho de que las mujeres muestran una actitud más favorable hacia la víctima pues se perciben a sí mismas como posibles víctimas potenciales”.
Respecto a las características sociodemográficas tenidas en cuenta en el estudio, los participantes más jóvenes han resultado ser también más sexistas, por lo que la investigadora ve como pilar fundamental “una educación formal basada en valores de igualdad, y donde se desestime la violencia como manera de resolución de conflictos”.
Los investigadores concluyen que la prevención de la violencia y las estrategias de intervención deben ir dirigidas a los factores específicos de la cultura que sostienen la violencia contra las mujeres. Para poner fin a esta violencia “cada sociedad tiene que mirarse a sí misma y examinar los valores y creencias que refuerzan la violencia del hombre”.

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