16/9/16

Damos la Cara se concentra nuevamente contra la violencia hacia las mujeres





Durante mucho tiempo, demasiado tiempo, se consideró que la violencia contra las mujeres era un problema privado que no debía ni podía comentarse en público, menos aún denunciarla. Se esperaba que las mujeres que eran víctimas de agresiones  por parte de sus parejas las sufrieran en silencio.
Las que denunciaban no podían contar en ningún caso con una respuesta.
Eso está cambiando. En parte gracias a que los roles: masculino y femenino tradicionales,  han experimentado una transformación importante,  también debido a la concienciación de que la violencia de género, es una vulneración de los derechos humanos, y la mayor muestra de desigualdad entre hombres y mujeres. Esto hace que un mayor número de mujeres pueden llevar la vida que quieren por sus propios medios y trabajar en parcelas de la economía y a todos los niveles.
Y Que nadie se llame a engaño: se trata de un problema que tiene que tomarse muy en serio. El estudio de la Agencia de los Derechos Fundamentales, basado en entrevistas a más 42.000 mujeres en los 28 Estados miembros de la UE, ha demostrado que un tercio de todas las mujeres en la UE han sufrido violencia física o sexual en algún momento de sus vidas.
Esta cifra es impactante, pero hay otras.
 Una de las formas más nuevas y siniestras de violencia contra la mujer es el acoso cibernético, que afecta a las jóvenes en particular. Se ven inundadas de mensajes abusivos por teléfono, correo electrónico y plataformas sociales. Una quinta parte de las mujeres de entre 18 y 29 años de edad lo han. Algunas empresas de medios sociales han sido notablemente lentas en su respuesta.
En la cuestión de la igualdad de trato en el trabajo, que muchos consideran un problema del pasado, nos queda todavía camino por recorrer. En España, el 50 % de las mujeres entrevistadas declararon que habían sufrido acoso sexual, muchas de ellas en el trabajo. Y el hecho de tener estudios superiores o un puesto directivo no las protege. En la UE, el 75 % de las mujeres que ocupan puestos de alta dirección lo  han sufrido.
No estamos hablando de un problema marginal de un grupo marginal, sino de la mitad de la población. Por eso necesitamos redoblar nuestros esfuerzos para eliminar la violencia contra la mujer.
Una forma de hacerlo es a través de la legislación. Otra forma debe ser mediante una cooperación mayor y reforzada entre la policía, las empresas, los médicos y otros profesionales sanitarios. Pero sobre todo, tiene que promoverse un debate público a todos los niveles de la sociedad, que contrarreste la normalización de la violencia y el acoso contra la mujer en nuestra cultura e insista, en que el hecho de agredir a una mujer es inaceptable.
Para ello, los hombres tienen que verse implicados —e implicarse ellos mismos— en el debate. No es ningún secreto.
Los autores de las agresiones contra mujeres son mayoritariamente varones. Por consiguiente, es obvia la necesidad urgente de cambiar ese rol masculino que justifica no solo el uso de la violencia contra la mujer, sino también contra la sociedad en su conjunto, si queremos combatir con eficacia la violencia contra la mujer.
No debemos ser pesimistas. Hace apenas dos años entró en vigor el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer, el llamado Convenio de Estambul: España es uno de los ocho Estados miembros de la UE que lo ha ratificado. Se trata de un paso en la dirección correcta. Las cifras que hemos obtenido en la Agencia de los Derechos Fundamentales son impactantes. Pero nos ayudan a revelar la magnitud del problema y, con ello, a romper los tabúes que lo rodean. Ese es, también, un paso en la dirección correcta. Para seguir recorriendo ese camino, tanto hombres como mujeres, tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ¿qué puedo hacer?
#BastaYa #NosQueremosVivas

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