España tendrá que alcanzar para finales de año el 2% en consumo de biocombustibles para no incumplir la normativa europea, asegura el investigador del Centro de Investigación y Formación Agraria de la Junta de Andalucía (CIFA), Javier Calatrava, quien añade que aunque el país en los últimos años ha incrementado la producción de productos agroenergéticos “todavía no está preparado para alcanzar las cifras de otros países europeos”.
El científico, que ha participado hoy en el curso “La agricultura del futuro: Tendencias y Expectativas”, organizado por el Centro Mediterráneo en la Universidad de Granada, explica que una de las causas de que los biocombustibles todavía no estén implantados, es el alto coste económico que supone tanto el motor, como el combustible, aunque señala que esta situación no hay que verla desde el punto de vista financiero sino más bien desde el ambiental ya que “mientras que la quema de biomasa emite el mismo CO2 a la atmósfera que ha absorbido previamente, la quema del petróleo no absorbe nada, sólo emite CO2”.
El biodiesel, procedente de la esterificación del aceite de colza y de girasol, y el bioetanol, extraído de la fermentación de plantas como la remolacha azucarera, son los dos tipos de biocombustibles que existen en este momento y que ya se están comercializando en algunas ciudades del norte de España, como Bilbao.
Cereales y cardo: fuentes de energía
Pero el biocombustible no es el único producto ecológico que se puede extraer de la agricultura no alimentaria. La energía eléctrica es otra de sus ventajas. Así, a partir de plantas como los cereales o el cardo común se puede producir entre el 8 y el 10% de la energía total que consume una ciudad como Navarra. Precisamente el uso de este tipo de energía renovable representa un 50% del total del gasto de energías limpias y requiere un menor costo tanto económico como ambiental que el resto de fuentes.
El cultivo de plantas aromáticas y medicinales es otra de las aplicaciones de la agricultura no alimentaria que cada vez está más implantada, sobre todo en el sur de España. En este sentido, Calatrava señala a Granada como una de las mayores productoras de este tipo de plantas, muy demandadas actualmente tanto dentro como fuera del país, y añade que “un 30% de las 30.000 hectáreas que la ciudad tiene destinadas a agricultura ecológica se dedica actualmente al cultivo de plantas aromáticas y medicinales”.
La agroenergética como motor de desarrollo
Pero la agricultura agroenergética y con fines no alimentarios no sólo favorece la conservación del Medio Ambiente sino que también se puede convertir en motor de desarrollo de algunas zonas deprimidas, que debido a sus características geográficas y climáticas, tienen serias dificultades para el cultivo de productos alimentarios.
En cuanto a la posibilidad de que en un futuro los biocombustibles puedan sustituir al petróleo y de que al menos un 20% de la energía proceda de las fuentes renovables, el investigador del CIFA asegura que España ofrece en este momento “un presente con bastante futuro”, pero que todavía será necesario algún tiempo para que “alcance las cotas de otros países europeos, acercándose de este modo a las expectativas fijadas por el protocolo de Kyoto para 2012”.
El científico, que ha participado hoy en el curso “La agricultura del futuro: Tendencias y Expectativas”, organizado por el Centro Mediterráneo en la Universidad de Granada, explica que una de las causas de que los biocombustibles todavía no estén implantados, es el alto coste económico que supone tanto el motor, como el combustible, aunque señala que esta situación no hay que verla desde el punto de vista financiero sino más bien desde el ambiental ya que “mientras que la quema de biomasa emite el mismo CO2 a la atmósfera que ha absorbido previamente, la quema del petróleo no absorbe nada, sólo emite CO2”.
El biodiesel, procedente de la esterificación del aceite de colza y de girasol, y el bioetanol, extraído de la fermentación de plantas como la remolacha azucarera, son los dos tipos de biocombustibles que existen en este momento y que ya se están comercializando en algunas ciudades del norte de España, como Bilbao.
Cereales y cardo: fuentes de energía
Pero el biocombustible no es el único producto ecológico que se puede extraer de la agricultura no alimentaria. La energía eléctrica es otra de sus ventajas. Así, a partir de plantas como los cereales o el cardo común se puede producir entre el 8 y el 10% de la energía total que consume una ciudad como Navarra. Precisamente el uso de este tipo de energía renovable representa un 50% del total del gasto de energías limpias y requiere un menor costo tanto económico como ambiental que el resto de fuentes.
El cultivo de plantas aromáticas y medicinales es otra de las aplicaciones de la agricultura no alimentaria que cada vez está más implantada, sobre todo en el sur de España. En este sentido, Calatrava señala a Granada como una de las mayores productoras de este tipo de plantas, muy demandadas actualmente tanto dentro como fuera del país, y añade que “un 30% de las 30.000 hectáreas que la ciudad tiene destinadas a agricultura ecológica se dedica actualmente al cultivo de plantas aromáticas y medicinales”.
La agroenergética como motor de desarrollo
Pero la agricultura agroenergética y con fines no alimentarios no sólo favorece la conservación del Medio Ambiente sino que también se puede convertir en motor de desarrollo de algunas zonas deprimidas, que debido a sus características geográficas y climáticas, tienen serias dificultades para el cultivo de productos alimentarios.
En cuanto a la posibilidad de que en un futuro los biocombustibles puedan sustituir al petróleo y de que al menos un 20% de la energía proceda de las fuentes renovables, el investigador del CIFA asegura que España ofrece en este momento “un presente con bastante futuro”, pero que todavía será necesario algún tiempo para que “alcance las cotas de otros países europeos, acercándose de este modo a las expectativas fijadas por el protocolo de Kyoto para 2012”.
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