Los investigadores han evaluado en adolescentes su conocimiento acerca de la enfermedad, la susceptibilidad a la infección por el VIH, la comunicación con los padres y amigos sobre el tema y la ejecución de conductas de riesgo, entre otros parámetrosSegún datos de la UNESCO, más de cuarenta millones de adolescentes se infectarán por VIH hasta el año 2030
La UNESCO estima que para el año 2030, más de cuarenta millones de adolescentes de todo el mundo se infectarán del VIH. Por su parte, los datos aportados por el Registro Nacional de SIDA revelan que el mayor número de casos diagnosticados desde 1981 hasta junio de 2005 ha sido en el intervalo entre los 25 y los 34 años de edad. La mayor incidencia de embarazos no deseados en jóvenes menores de 19 años, la consolidación durante la preadolescencia y la adolescencia de actitudes, valores, creencias y hábitos que pueden incidir en la adopción de prácticas sexuales poco seguras y el hecho de que cada vez es más frecuente la incorporación de los jóvenes a la actividad sexual con más parejas, son algunos de los factores que avalan estas cifras.
Para determinar cómo son esas ideas erróneas y cuáles son las actitudes y conductas que incrementan el riesgo de contagio entre los más jóvenes, un equipo de investigadores de la Universidad de Granada ha evaluado en 657 adolescentes (491 de ellos sin trastornos, y el resto con trastornos psicológicos leves) el conocimiento que tienen de la enfermedad, la susceptibilidad a la infección por el VIH, la comunicación con los padres y amigos sobre el tema y la ejecución de conductas de riesgo.
El hecho de que en el estudio se incluyan adolescentes con problemas psicológicos responde a que “algunos estudios anteriores indicaban que la presencia de trastornos psicológicos facilitaba el aumento de emisión de conductas de riesgo”, según explica la profesora María de la Paz Bermúdez, una de las investigadoras del proyecto.
Para realizar el análisis con los adolescentes sin trastornos psicológicos, se seleccionaron varios centros de secundaria de toda de Andalucía y se les pasó a los adolescentes un completo cuestionario en el que se evaluaba el conocimiento y las conductas que tenían frente al SIDA y al contagio. Un trabajo muy complicado, ya que en algunos centros educativos “han manifestado ciertos prejuicios a la hora de dar a sus alumnos una encuesta en la que se incluían preguntas para conocer si los adolescentes realizan o no una actividad sexual segura”, explica la investigadora.
En cuanto a las ideas erróneas que se han detectado entre las encuestas del grupo de adolescentes sin trastornos psicológicos, destaca la creencia de que el SIDA puede estar causado por el mismo virus que ocasiona otras enfermedades venéreas. Un 33% de los jóvenes encuestados así lo piensa, mientras que un 54,4% no lo sabe. Un 50,9% de los encuestados considera que todas las personas infectadas por el virus del SIDA han enfermado y el 22,8% no lo sabe. El 27,3 % piensa que el SIDA es una enfermedad causada por una bacteria, y el 34,4% no sabe determinar si se trata de un virus o una bacteria. El 32,8% desconoce si esta enfermedad puede curarse si se trata a tiempo, mientras que un elevado 39,9% de los encuestados no sabe si existe un tratamiento médico que pueda prevenir la transmisión del virus.
Estos resultados varían en función de si el adolescente padece o no trastornos psicológicos. Así, los adolescentes sin trastornos tienen menos ideas erróneas y son más conscientes de la posibilidad de infección. Con respecto a las actitudes, los jóvenes sin trastornos presentan menos actitudes positivas hacia el uso del preservativo que los que sí los tienen.
Las mujeres, con menos riesgo
El sexo también incide en los resultados, de forma que en el caso de los adolescentes que no presentan ningún tipo de trastorno, los responsables del estudio han podido observar que las mujeres tienen menos conocimiento, menos ideas erróneas, menos percepción de autoeficacia en el uso del preservativo, menos actitudes negativas y más susceptibilidad a la infección que los hombres. En lo que respecta a quienes padecen algún trastorno leve, las mujeres son más susceptibles y tiene menos actitudes negativas que los hombres.
Para evitar que los adolescentes se conviertan en la principal diana del SIDA, la profesora Bermúdez señala que es importante diseñar programas de prevención que aborden todos los factores psicosociales que han sido identificados como “de riesgo” para la población española. También es necesario aumentar la susceptibilidad a la infección, dado que los adolescentes no conocen a otros chicos de su edad que se hayan infectado con esta enfermedad. El entrenamiento en habilidades para la negociación del uso del preservativo, la comunicación con los padres y en el ámbito social o la participación de los adolescentes en organizaciones sociales, son otras de las propuestas para que España deje de ser uno de los países con mayor incidencia de SIDA en Europa Occidental, según los informes correspondientes a 2005 de ONUSIDA y la Organización Mundial para la Salud.
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