22/7/07

Disfrutar del Mediterráneo con los cinco sentidos


Con la vista, porque es una de las terrazas más bonitas y cuidadas del sur; con la gastronomía, por los brillantes platos de Dani García.
Este verano, una de las visitas gastronómicas imprescindibles vuelve a ser la terraza del restaurante Calima. En este elegante espacio blanco, nada sobra y nada falta. Con sus impecables toldos blancos, a juego con el suelo, las modernas lámparas y los sobrios manteles de hilo sobre preciosas vestiduras de seda natural, goza de una vista soberbia sobre las palmeras y el Mediterráneo.Gracias a un servicio que funciona como un reloj, profesional y encantador –dirigido por Lourdes Muñoz y apoyada por Antonio Ramírez–, en Calima se disfruta desde que se pone un pie en la entrada.
Allí, el malagueño Dani García confirma, año tras año, no sólo que es el mejor cocinero andaluz, sino que su restaurante está, sin duda, entre los mejores de España, por más que la Guía Michelin haya pasado de largo. Ni falta que le hace.Con su cocina brillante, de base marcadamente andaluza, un magnífico producto y el dominio de la técnica, García presenta este año platos plenos, en todos los sentidos.
Platos plenosPara empezar, el lingote de oro líquido, de aceite de oliva virgen extra emulsionado como una crema, con pan de aceituna y caviar de Riofrío. Seguir con una urta a la Roteña en frío y su caldo, con tapa nitroperlas de mazana y wasabi; y con el puchero de mi madre en frío, infusionado con hierbabuena, huevo de codorniz, garbanzos y jamón; y rematarlo con las croquetas hechas en casa con lo que sobra del puchero.
Hay que deleitarse con las quisquillas de Motril, con cítricos y sus cabezas a la plancha; o los moluscos de la tierra, servidos en lata, de conchas finas, bolos y cañaíllas con un suave y delicioso aliño. A continuación, una sopa fría que aúna dos platos tradicionales en uno: sobre un ajoblanco malagueño cuajado, caramelo del jugo de la ensalada de pimientos, y granizado de lichis.
Soberbios, el calamar de pota de Motril guisado a su manera; y el lenguado frito con emblanco ligado con miso.
Todo el restaurante admira el plato de La Moraga, la fiesta tradicional malagueña, que García reinterpreta con sangría nitro de pera; y la lubina y su vestresca al espeto y al carbón. Para terminar, el caldo de la olla gitana, judías verdes y calabaza, con rabo de cerdo ibérico glaseado en su propio jugo.
Entre los postres, delicados y deliciosos, el tocino de cielo roto; y el torcal de Antequera, piedras erosionadas por el tiempo, en chocolate, naranja y ron. No se pierdan la completa carta de vinos, ni su impecable servicio.
Maricar de la Sierra

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