Más de 150 personas convocadas por los clubes de
senderismo y las asociaciones de defensa de la naturaleza de la Costa de Granada
se dieron cita en la cumbre de la Sierra de Lújar a 1878 metros de altitud para reclamar la protección de este espacio
natural.
La Asociación Buxus, el Club Amigos sin Límites, el
club de escalada Escalate, el grupo de Actividades Espeleológicas de Motril y
Ecologistas en Acción organizaron cuatro rutas que partieron desde los cuatro
puntos cardinales (Vélez de Benaudalla,
Lagos, Órgiva y Alto de Rubite) y
se concentraron en la cima.
Los participantes realizaron una repoblación de
encinas y arces conmemorativa del encuentro y leyeron el siguiente manifiesto:
Hace cinco años, 5.000 ciudadanos de la Costa de
Granada reclamaron al Parlamento de Andalucía la protección de las Sierras de
Lújar, la Contraviesa y Castell de Ferro. Solicitamos la figura de Parque
Natural para ellas, pues la mayor parte de su territorio es público o es
gestionado con dinero público y en toda su extensión se encuentran valores
ambientales, culturales, etnográficos o paisajísticos que deben ser protegidos
para el disfrute de todos los andaluces, los de hoy y los de mañana.
Desgraciadamente las administraciones responsables
hacen oídos sordos a estas peticiones. Los intereses de otros colectivos, la
falta de una visión global del territorio y las urgencias que imponen lo
inmediato hacen que la Sierra acumule desmanes y atropellos ante la mirada
pasiva de sus responsables.
Hoy nos reunimos aquí y lo volveremos a hacer
cuantos años sean necesarios para reclamar la protección de este pedazo de
naturaleza, de este trozo de historia que es patrimonio común de todos,
especialmente de los seres vivos que lo habitan.
Aquellas 5.000
firmas y nosotros hoy aquí son los
avales minúsculos de una sociedad que anhela legar este espacio a sus hijos e
hijas, cansada de tanto daño, de tanto enriquecimiento nutrido del
empobrecimiento, de esta destrucción privativa de todo lo bello que nos es
común. Son 5.000 gritos de basta ya, de los que tan sólo uno debiera bastar.
Preservemos, pues, estos espacios, que es poco
esfuerzo para tanta recompensa.
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