19/10/22

Buxus pide inversión pública en los montes para una gestión forestal adecuada tras el incendio en la sierra de Los Guájares

El pasado 5 de octubre se dio por extinguido el incendio que arrasó algo más de 5.000 hectáreas de la Sierra de Los Guájares.

La zona incendiada era en su mayor parte de naturaleza forestal, con un pinar muy maduro y un monte bajo mediterráneo de gran riqueza ambiental, así como otras parcelas agrícolas, construcciones e infraestructuras.

Con este incendio se ha perdido una de las zonas más valiosas desde el punto de vista ambiental de la Costa de Granada, que se suma a desastres anteriores como el incendio del Alcornocal de Lújar hace siete años. En las próximas semanas, con las lluvias de otoño e invierno, es de esperar un incremento de la erosión del suelo, la afectación a caminos en infraestructuras, colmatación de cauces y pérdida de biodiversidad.

La información que hemos podido recabar nos indica que el dispositivo contra incendios actuó de forma diligente y que se destinaron los medios que estaban disponibles. En los trabajos de extinción del incendio llegaron a trabajar hasta 300 bomberos forestales, bomberos urbanos, 23 medios aéreos de la Consejería y del Ministerio, además de vehículos y maquinarías pesadas (autobombas / bulldozer), unidad médica, técnicos y agentes de medio ambiente, personal de los ayuntamientos, agentes de los cuerpos de seguridad del Estado y locales, operativo de emergencias de Protección Civil, etc. Desde aquí valoramos y reconocemos el esfuerzo realizado por los bomberos forestales, pilotos, conductores, maquinistas y demás especialistas en la extinción del incendio de los Guájares, por su labor y dedicación.

Respecto de las causas, es obvio que fue producto de la intervención humana y habrá que esperar a la investigación en curso para determinar la probable intencionalidad de este.

Al margen de que posiblemente ha faltado infraestructura de base (caminos, cortafuegos, fajas auxiliares en caminos forestales y en cortafuegos, áreas de espera, etc.) una vez más, la virulencia del incendio ha puesto de manifiesto la ineficacia de la actual política de gestión de nuestros montes, que desprecia la prevención y se centra en la aplicación de unos medios de extinción que, pese al trabajo de sus miembros, siempre son insuficientes en el actual escenario de cambio climático.

Ante esta realidad, la gestión de nuestros montes debe ir encaminada a reducir la acumulación excesiva de biomasa y la continuidad de grandes extensiones ‘igniscibles’, y eso puede conseguirse gestionando el espacio con una combinación de cultivos, ganadería extensiva, aprovechamientos forestales de baja intensidad y, donde proceda, sustitución de las especies forestales más ‘igniscibles’ por otras más resilientes al fuego. Eso no es limpiar el monte, sino hacer que el monte sea diverso, heterogéneo y más autónomo de la actividad humana.

Para la recuperación de las zonas quemadas sólo se puede pedir prudencia: evaluar qué efecto ha tenido el fuego en el ecosistema, qué zonas podrán recuperarse sin ayuda (o con muy poca) y en cuáles habrá que hacer algún tipo de intervención. Es urgente declarar la superficie afectada como Zona Catastrófica, así como estar vigilante ante la posibilidad de cambio en los usos del suelo.

Es imprescindible actuar en el resto de las zonas forestales de nuestra comarca si no queremos repetir lo ya ocurrido. Es necesaria la inversión pública en los montes para una gestión forestal adecuada, adaptar el Operativo de Prevención y Extinción de Incendios Forestales a dichos cambios, sin olvidar otros aspectos como desarrollar y aprobar una Ley básica estatal de los Bomberos Forestales, recuperar los Puestos de Vigilancia que actualmente están cerrados y mejorarlos o cubrir todas las vacantes existentes (bomberos forestales, vigilantes, conductores de autobombas…).

Solo con la inversión en prevención, desde una política de gestión agroforestal basada en el conocimiento científico multidisciplinar alejada de las presiones de los diferentes sectores económicos con intereses en el monte, podrán salvarse los escasos espacios forestales que restan en nuestra comarca. Sin esta intervención perderemos no solo estos espacios naturales y su rica biodiversidad sino los importantes servicios ambientales que nos prestan como la recarga de los acuíferos, el ‘atemperamiento’ del clima o la protección de nuestros suelos y las infraestructuras humanas.

 

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