Arzobispo dice que la legislación sobre el divorcio y las parejas homosexuales es "suicida para la sociedad"

El arzobispo de Granada, Javier Martínez, aseguró que legislaciones recientes en relación con el divorcio o con las parejas homosexuales, equiparándolas al matrimonio, equivalen a "la abolición del reconocimiento y la protección debidas al matrimonio", lo que, en su opinión, es "suicida para cualquier sociedad".
Según argumentó en la carta dirigida a sacerdotes, religiosos y fieles cristianos de la Diócesis con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, en el contexto cultural actual, que "ha sacrificado todo a la producción y el consumo", según señaló, la familia y el matrimonio, que "es su fundamento", sufren "daños terribles".
"El perjuicio que desde muchas instancias, incluidos los responsables de la vida pública, se hace al matrimonio y a la familia, es inmenso y de muy difícil reparación", afirmó.
Por ello, consideró necesario recordar "la relación profunda que une la familia y la redención de Cristo" en un gesto al que calificó de "profético". Según señaló, ese recuerdo es tanto más necesario cuanto que "durante mucho tiempo hemos estado acostumbrados a pensar la vida de la familia", tal y como se conoció hasta hoy, como una cosa "natural" y, por lo tanto, independiente a la fe cristiana.
Así, según argumentó, la fe cristina, en cuanto a que pertenecía a un "orden sobrenatural", se consideró como algo que sólo añadía, en en el mejor de los casos, algunas motivaciones éticas más profundas.
Pero, bajo su punto de vista, la evolución de los hechos ha probado "lo equivocado de esta visión", que es necesario "corregir de urgencia", según consideró. Así, "por el bien y la libertad de las personas y de las familias", indicó que es preciso "proclamar que Jesucristo y la redención de Cristo no son un extra opcional, un bien añadido a la vida, pero extraño a ella", sino "la posibilidad misma de una humanidad verdadera que corresponda a las exigencias profundas del corazón", según manifestó.
Por ello, el arzobispo también abogó en su carta por conferir a la Iglesia el "lugar en el que se aprenden los vínculos de las relaciones que constituyen al ser humano", siendo el ámbito en el que "se nos permite ser libre y amar".