La Universidad de Granada se ha hecho eco de la importancia de formar en LSE a profesionales que, en el futuro, desempeñarán su trabajo en entidades públicas en ámbitos como la sanidad o la enseñanza. Próximamente, la LSE será reconocida oficialmente, por lo que será obligatorio contar con profesionales que la conozcan. El Curso de Lengua de Signos Española que se desarrolla durante esta semana en la sede del Centro Mediterráneo de la UGR en Motril permitirá completar la formación universitaria de los estudiantes de cara a esta nueva situación. Los profesionales encargados de impartir las clases son personas sordas tituladas como “Expertos de la Lengua de Signos”.
Signar para integrar
La última edición del Ethnologue, el registro más completo de lenguas vivas, recoge 103 Lenguas de Signos distintas en todo el mundo. Las personas que usan ese tipo de lenguas son a menudo monolingües y desconocen cualquier otro tipo de lenguaje, incluida la lengua nacional de su entorno geográfico. Es un error pensar que los sordos pueden leer automáticamente la lengua nacional de su país, pues se trata de un sistema totalmente ajeno a su sistema de signos. Resulta difícil para una persona sorda aprender a leer en castellano unas letras que representan sonidos que nunca ha escuchado, especialmente si su sordera es congénita o la adquirió al poco de nacer. Los sordos forman uno de los grupos lingüísticos minoritarios en cualquier país y normalmente representan entre un 0,2 y un 0,3 % de la población.
Actualmente, la mayoría de los niños sordos están escolarizados en centros de integración, lo que exige que los profesionales de la enseñanza estén preparados a través de la formación continua. La mayoría de los jóvenes sordos cuentan con estudios medios y muchos de ellos cursan estudios superiores en la Universidad, lo que facilita su integración y sensibiliza al colectivo de estudiantes oyentes que un día se encargarán de eliminar las barreras de comunicación. La principal aspiración del curso es la integración de las personas sordas en todos los ámbitos de la vida proporcionándoles más autonomía y llegar a formar parte de una sociedad más justa donde la Lengua de Signos forme parte de nuestra cultura.
Una nueva dimensión
Con la entrada en vigor de la ley de la Lengua de Signos, cuyo anteproyecto fue presentado por el gobierno la semana pasada, las administraciones educativas deberán garantizar el aprendizaje de la LSE y de los sistemas de apoyo a la comunicación de las personas sordas. Para ello, habrán de disponer de profesionales debidamente cualificados para la enseñanza de la Lengua de Signos Española y para el apoyo a la comunicación de personas con discapacidad auditiva, por lo que su aprendizaje y la figura del intérprete adquieren a partir de ahora una nueva dimensión.
Esta ley es una reivindicación histórica de los movimientos en favor de los derechos de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, y permitirá que las administraciones educativas aseguren el aprendizaje de la LSE al alumnado sordo que opte por esta lengua, garantizando no obstante el aprendizaje de la lengua oral y de los medios de apoyo a la comunicación a las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas usuarias de estos sistemas. Las instituciones educativas podrán, además, ofertar modelos educativos bilingües para estos alumnos, e incluir en los planes de estudio el aprendizaje de la Lengua de Signos Española como asignatura optativa para el conjunto del alumnado.
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La última edición del Ethnologue, el registro más completo de lenguas vivas, recoge 103 Lenguas de Signos distintas en todo el mundo. Las personas que usan ese tipo de lenguas son a menudo monolingües y desconocen cualquier otro tipo de lenguaje, incluida la lengua nacional de su entorno geográfico. Es un error pensar que los sordos pueden leer automáticamente la lengua nacional de su país, pues se trata de un sistema totalmente ajeno a su sistema de signos. Resulta difícil para una persona sorda aprender a leer en castellano unas letras que representan sonidos que nunca ha escuchado, especialmente si su sordera es congénita o la adquirió al poco de nacer. Los sordos forman uno de los grupos lingüísticos minoritarios en cualquier país y normalmente representan entre un 0,2 y un 0,3 % de la población.
Actualmente, la mayoría de los niños sordos están escolarizados en centros de integración, lo que exige que los profesionales de la enseñanza estén preparados a través de la formación continua. La mayoría de los jóvenes sordos cuentan con estudios medios y muchos de ellos cursan estudios superiores en la Universidad, lo que facilita su integración y sensibiliza al colectivo de estudiantes oyentes que un día se encargarán de eliminar las barreras de comunicación. La principal aspiración del curso es la integración de las personas sordas en todos los ámbitos de la vida proporcionándoles más autonomía y llegar a formar parte de una sociedad más justa donde la Lengua de Signos forme parte de nuestra cultura.
Una nueva dimensión
Con la entrada en vigor de la ley de la Lengua de Signos, cuyo anteproyecto fue presentado por el gobierno la semana pasada, las administraciones educativas deberán garantizar el aprendizaje de la LSE y de los sistemas de apoyo a la comunicación de las personas sordas. Para ello, habrán de disponer de profesionales debidamente cualificados para la enseñanza de la Lengua de Signos Española y para el apoyo a la comunicación de personas con discapacidad auditiva, por lo que su aprendizaje y la figura del intérprete adquieren a partir de ahora una nueva dimensión.
Esta ley es una reivindicación histórica de los movimientos en favor de los derechos de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas, y permitirá que las administraciones educativas aseguren el aprendizaje de la LSE al alumnado sordo que opte por esta lengua, garantizando no obstante el aprendizaje de la lengua oral y de los medios de apoyo a la comunicación a las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordociegas usuarias de estos sistemas. Las instituciones educativas podrán, además, ofertar modelos educativos bilingües para estos alumnos, e incluir en los planes de estudio el aprendizaje de la Lengua de Signos Española como asignatura optativa para el conjunto del alumnado.
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