20/7/05

Expertos advierten de la necesidad de frenar el impacto ambiental de la desalación para evitar daños en el ecosistema marino

La desalación se ha impuesto en los últimos años como uno de los mejores métodos para hacer frente a la sequía que asola al país. Sin embargo, no todo son bondades en este sistema. La emisión de CO2 a la atmósfera, la expulsión de productos químicos procedentes de su limpieza al mar y el uso de parte del litoral para su construcción son algunos de los efectos ambientales de este método que puede llegar a poner en peligro especies marinas protegidas, según afirma el profesor de la Universidad de Murcia, Arnaldo Marín que ha participado hoy en “Desalación: ¿panacea frente a los trasvases? ¿Solución ilusoria?”, un curso organizado por el Centro Mediterráneo en Lanjarón.

El alto consumo energético que requiere la desalación es uno de los principales problemas a los que se enfrenta este proceso y requiere una solución inmediata, ya que como indica Marín, en 1990 España se comprometió con el Protocolo de Kioto en reducir a un 15% las emisiones de CO2 y no sólo no ha conseguido este objetivo sino que además lo ha incrementado en un 40%, incumpliendo las bases del protocolo. Por lo tanto, “la primera medida que hay que tomar en torno a estos sistemas es la sustitución de la fuente de alimentación por energías renovables”, asevera el investigador.

A pesar de sus efectos ambientales, la desalación es uno de los sistemas, junto con los trasvases de agua, más efectivos que existen para afrontar la sequía. Por eso, el investigador insiste en que hay que proponer alternativas para causar el menor daño posible.
Así, para hacer frente a la contaminación que producen los efectos químicos que utilizan para su limpieza y la salmuera, se deberían diseñar nuevos productos menos corrosivos que no pongan en peligro organismos marinos, especialmente las praderas de posidonias, muy comunes en la costa andaluza, y una de las especies que más se ve afectada por el impacto ambiental de la desalación.
En cuanto al uso de parte del litoral para su construcción, el experto advierte de que se debe seleccionar la zona en la que se produzca un menor daño ambiental, turístico y económico. En este sentido, recuerda el proyecto que el Ministerio de Medio Ambiente pondrá en marcha a partir del próximo mes de agosto en Murcia y que consiste en construir una desaladora en mar abierto a 100 metros de profundidad y en una zona en la que no pueda verse afectada la riqueza marina, además de sustituir el sistema de alimentación que normalmente utilizan por energía eólica no contaminante. Según explica el profesor de la Universidad de Murcia, el objetivo es instalar este sistema en toda la costa mediterránea.

Otro ejemplo de cómo deberían funcionar las desaladoras con el fin de ocasionar el menor impacto ambiental, es la de Carboneras. Para Marín, el aprovechamiento del canal de la Central Eléctrica para expulsar las salmueras al mar es la mejor solución para evitar los problemas de impacto paisajístico y turístico, utilizando instalaciones que ya están construidas.

El curso, que se clausura el próximo viernes con una mesa redonda sobre la desalación y la gestión de recursos hídricos, se completa mañana con una excursión a la Cuenca del Guadalfeo y el Embalse de Rules, donde expertos en la materia explicarán las ventajas e inconvenientes de los trasvases.

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