El proyecto pretende que todos los compuestos que se utilicen en la industria se registren, sean evaluados y autorizados, y además contempla la eliminación de algunas sustancias químicas nocivasInvestigaciones recientes apoyan la aprobación de este proyecto de ley, ya que sus resultados apuntan a que en la sangre de tres generaciones sucesivas hay una mezcla de hasta setenta sustancias químicas que no se producen de forma natural en el medio ambiente
La producción mundial de compuestos químicos ha pasado de un millón de toneladas en 1930 a cuatrocientos millones de toneladas en la actualidad. Su presencia se extiende a todos los sectores de la vida: retardantes de llama en ordenadores, plastificantes y conservantes en alimentos son algunos ejemplos. A pesar de ello, la información disponible sobre más del ochenta por ciento de los compuestos es insuficiente para poder prever sus efectos sobre la salud humana y el medio ambiente, así como el riesgo derivado de la exposición a los mismos. Y esto es precisamente lo que ha impulsado a un grupo de investigadores, entre los que se encuentra el profesor de la Universidad de Granada, Nicolás Olea Serrano, a promover un nuevo proyecto de ley, que, bajo el nombre de REACH, se aprueba mañana en el Parlamento Europeo.
La propuesta pretende que todos los compuestos que se utilicen en la industria se registren, sean evaluados y autorizados, y además contempla la restricción de sustancias químicas nocivas. Algo que ha provocado una fuerte oposición en Europa, especialmente por parte de algunos sectores de la industria química, ya que el proyecto de ley les obliga a hacerse responsables del análisis y evaluación de los riesgos de las sustancias químicas que fabrican o importan.
Para el equipo de científicos que promueve la nueva legislación, es esencial que la población apoye este proyecto ya que hay una cuestión de vital importancia que afecta a todos independientemente de la edad: los efectos que los compuestos tienen sobre la salud. De hecho, afirman que el aumento en la incidencia de algunas enfermedades como la diabetes, las alergias, la esterilidad y los trastornos de demencia, pueden deberse a la exposición a la que nos vemos sometidos durante el embarazo, la infancia y la vida adulta, que se traduce en enfermedades a largo plazo. Esto es especialmente preocupante en los fetos, ya que la exposición a los productos químicos afecta a su sistema hormonal.
Así, REACH se ha convertido en uno de los paquetes legislativos más complejos al que las instituciones europeas han tenido que hacer frente. Alrededor de un millón setecientos mil puestos de trabajo dependen directamente del sector y otros tres millones más lo hacen indirectamente. Pero, por otro lado, la legislación vigente para los químicos presenta una gran falla, ya que distingue entre sustancias existentes (las que estaban en el mercado antes de 1981) y las nuevas (puestas en el mercado después de 1981). Según las cifras de la Comisión Europea, en el mercado existen unas trescientas nuevas sustancias que ya están sometidas a análisis para determinar los riesgos antes de autorizar su comercialización. Pero la mayor parte de las sustancias –un 99% según la Comisión– son anteriores a 1981 y por tanto, no sujetas a los mismos requisitos de evaluación, si bien algunas de ellas ya han sido identificadas como prioritarias para efectuar la estimación de riesgos. Por este motivo, los científicos insisten en que la sociedad ha de apoyar la nueva ley que se aprobará mañana en el Parlamento Europeo, para alcanzar una legislación armonizada y común para todos los estados miembros europeos.
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