El proyecto se desarrolla en tres conjuntos, concebidos como un libro en el que cada elemento desempeña un papel
Las obras remiten a la idea de un equilibrio inestable en el que cada objeto condiciona el comportamiento de otro hasta provocar el desastre
Ilustraciones, esculturas e impresiones digitales con un punto en común: representar el momento de equilibrio precario que precede al desastre. Este es el eje de la exposición Estudio para desastre de la profesora Marisa Mancilla Abril que se inaugura el jueves 23 de febrero a las 20 h. en el Carmen de la Victoria. La muestra, organizada por el Secretariado de Artes Visuales, podrá visitarse hasta el 23 de marzo de martes a sábado de 11 a 13 y de 17,30 a 20 h.
La calma precedente
Las plantas constituyen un elemento redundante en la instalación, una cita recurrente que hace girar el relato plástico. Según la artista, “las plantas están tratadas como esculturas porque constituyen un ejemplo perfecto de equilibrio”; frente al punto delicado “claramente psicológico” que se les suele atribuir “las plantas, los árboles son objetos con un enorme peso que, sin embargo, funcionan perfectamente, ya que han sido diseñados para sobrevivir”. La exposición adopta la estética de las revistas de moda o los catálogos de muebles, interiores asépticos en los que “teóricamente, habitan personas perfectas que han creado una casa-refugio frente al mundo en la que aislarse, un reflejo de sus sueños”. De acuerdo con Mancilla, “se trata de una idea falsa, ya que es en el hogar donde a menudo suceden las peores tragedias”. Toda la obra se desenvuelve en el límite entre diseño y arte, una raya en la que las piezas son “útiles y venenosas” y que cuestiona “la originalidad del arte”.
La instalación ha sido concebida en tres partes: una primera con ilustraciones, una segunda compuesta por esculturas consistentes en recipientes de plantas realizadas en cerámica de menaje que recrean un ecosistema controlado en el que las plantas sólo podrán sobrevivir los 30 días que dura la exposición y una serie de impresiones digitales sobre estuco veneciano en las que se combina una técnica decorativa clásica muy antigua con un sistema industrial en formato rígido, un recurso de técnica mixta “empleado como una trampa”. Las piezas remiten a la idea “de los objetos suntuarios”, objetos polivalentes “con una función específica empleados tanto en los rituales como en la vida cotidiana y que remiten a la función primera del arte”.
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