26/7/07

El flamenco del siglo XXI integrará una mezcla de ritmos orientales, brasileños y africanos

Expertos de toda España reunidos en un curso del Centro Mediterráneo de la UGR vaticinan que la fusión con músicas de otros países será determinante para el futuro de este estilo

Consideran que la pureza del flamenco “es precisamente el mestizaje”, y afirman que “es un muerto que goza de muy buena salud, porque lleva muriendo desde el siglo XIX y sin embargo está más vivo que nunca”


“El flamenco es un muerto que goza de muy buena salud”, que lleva muriendo desde el siglo XIX y, sin embargo, “está más vivo que nunca”. Así lo han puesto de manifiesto los participantes del curso “Los estudios del flamenco universitario” que se celebra en el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada en la localidad de Almuñécar, para quienes el flamenco del siglo XXI “será una mezcla de diferentes estilos y músicas, entre las que destacarán la influencia brasileña, africana y oriental”.
El poeta y flamencólogo Juan José Téllez, director del curso, afirma que “la pureza del flamenco es precisamente el mestizaje: es como un eucalipto que absorbe el agua de todas partes”. El experto considera que el flamenco evolucionará “conforme lo vaya haciendo la técnica y la tecnología”, dando lugar “a nuevos ritmos e incluso a nuevos instrumentos musicales”.
Nuevas fronteras
Los expertos reunidos en Almuñécar coinciden en que el flamenco “debe buscar nuevas fronteras, enriqueciéndose gracias a otras músicas”, como han demostrado maestros de la talla de Paco de Lucía o Enrique Morente con sus experiencias musicales en las que han mezclado esta música con estilos como el jazz, el rock o la música clásica.
Téllez –quien esta misma semana pidió al Gobierno que el flamenco fuera una asignatura obligatoria en los planes de estudios de Primaria y Secundaria- destaca que “la creciente afición” que en Japón existe por el flamenco “hará que antes o después este ritmo se fusione con la música oriental”, lo que sin duda “ofrecerá grandes logros”.
El flamencólogo apostó en Almuñécar “por la libre circulación de personas” en el mundo, acabando con las fronteras y abriendo paso “no sólo a lo que éstas llevan en los bolsillos, que es lo menos importante, sino también a su cultura y sus ritmos”.

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