Demonizar la peatonalización del centro de Motril es, a priori, apresurado, según la formación morada
Podemos Motril apuesta por un debate abierto con la sociedad sobre el modelo de ciudad que desea. La oposición a cualquier intento de peatonalización del centro se basa en supuestas consecuencias cuyo origen se deriva de la política urbanística y las facilidades a grandes superficies. La postura de los comerciantes del centro podría cambiar, si la peatonalización se acompañara de otras medidas cuya destinadas a mejorar la vitalidad de la zona y el acceso al pequeño comercio.
Hace unas semanas la Asociación de Comerciantes de Motril se pronunció en contra de la peatonalización del centro de la ciudad. Desde PODEMOS MOTRIL, somos conscientes que iniciativas como la regulación del tráfico suelen desembocar en posiciones diametralmente contrapuestas debido a las expectativas que generan en las ciudades; a tenor de lo manifestado recientemente por los comerciantes del municipio, tampoco escapamos a esas expectativas extremas.
La declaración y establecimiento de zonas peatonales, normalmente vienen a situarse en lugares concurridos por el comercio, sin embargo, pese a ser los comerciantes los mayores beneficiados debido a una indudable mejora del ambiente a la hora de ir a comprar que conlleva un aumento de ventas, suelen ser los que con mayor contundencia muestran su disconformidad. Basta recordar la rotundidad con la que se han manifestado los comerciantes del centro, que no solamente se oponen a cualquier intento de peatonalización, sino que además, consideran que una decisión política de esa envergadura debe ser tomada en consideración contando en exclusiva con su parecer, excluyendo al resto de usuarios, transeúntes y vecinos de la posibilidad de opinar sobre la ciudad que habitan.
El argumentario de la radical oposición a cualquier intento de peatonalización encuentra su base en unas supuestas consecuencias que darían al traste con la actividad comercial: falta de vitalidad de la zona, concentración de bares, aparición de actividades molestas, disminución de las ventas, etc. Consideramos que esos fenómenos, en el caso de que aparezcan, no pueden ser atribuidos de manera exclusiva a una regulación peatonal de la zona, quizá la causa haya de buscarse en otros aspectos, como por ejemplo, la política urbanística del ayuntamiento fraguada a lo largo de años.
Es el uso que se le asigne al suelo el que determina si es más menos factible instalar comercios, oficinas u otro tipo de negocios en el centro urbano; es la política urbanística la que provoca la expulsión de importantes bolsas de población de los centros urbanos al no poder acceder a la compra, ni alquileres de viviendas en esa zona; es la política urbanística la que provoca concentración de bares y de ciertos comercios; son las facilidades y privilegios a grandes empresas para instalarse en las afueras las que vacían y ahogan al pequeño comercio local.
Por tanto, demonizar la peatonalización del centro de Motril es, a priori, apresurado y desde luego, si tuviésemos que acudir a la fuente iniciadora del problema, tendremos que fijarnos en el motor que lo alimenta que no es otro que la gestión y disciplina que determina la política urbanística del ayuntamiento.
Sin duda, la postura de los comerciantes del centro podría cambiar, si la peatonalización se acompañara de otras medidas cuya destinadas a mejorar la vitalidad de la zona y el acceso al pequeño comercio. Medidas urbanísticas encaminadas al mantenimiento de la población, a mejorar los equipamientos de los barrios, a generar espacios de convivencia cercanos a las viviendas, a generar usos diversos de las calles haciéndolas atractivas a la lógica comercial y turística.
Apostamos por abrir un debate en la sociedad motrileña orientado a generar un cambio en la cultura actual basada en el automóvil, por una pedagogía dirigida a buscar las posibilidades que proporciona el espacio y por supuesto por una gestión y disciplina urbana que propicie un uso del suelo dinámico, integrador y al servicio de las gentes con ausencia total y absoluta de cualquier motivación especuladora.
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