16/12/16

Damos la Cara vuelve a manifestarse con la violencia hacia las mujeres




Desde Damos la cara somos conscientes de la dificultad que enfrentamos.



Saber el sexo del bebé que esperamos, no sólo implica recibir regalos de un color o de otro, sino que condiciona las expectativas que la familia deposita en su criatura. Las características asignadas a cada género influirán en cómo la familia se imagine y construya a esa criatura. A los pocos días de nacer, agujereamos las orejas de las niñas, para que los pendientes, no permitan confusión sobre su género; en cuanto su pelo comience a crecer, no lo cortaremos, sino que la peinaremos con quiquis y lazos para que nadie dude quien va en el carro.

Nos enfrentamos a la preocupación de forzar a los niños a que jueguen con muñecas o regalarle un scalextric a una niña que nunca ha mostrado interés hacia los coches.

La idea no es cambiar sin tener en cuenta las preferencias de las criaturas, sino evitar la tendencia social que veta la posibilidad de que éstas elijan productos no asignados a su género.

Creemos que promover un uso no sexista, es una actitud responsable. La solución no es ni imponer ni prohibir, pero tampoco descartar los motivos que nos hacen decantarnos en la elección de juguetes y considerar que esas preferencias son espontáneas e innatas.

Una clave fundamental es identificar el motivo por el cual pensamos que los juguetes y juegos son "para niños" o "para niñas", animándonos a derribar esto y pasar a dar a las criaturas la posibilidad de que exploren tipos de juguetes que socialmente les son vetados.

Si en su entorno próximo, la criatura recibe apoyo cuando decide hacer actividades o juegos asignados al sexo contrario, ese apoyo le reafirmará, limitando el efecto de las burlas o desaprobaciones que pueda recibir en otros entornos. Además, el juego representa una oportunidad para cuestionar dinámicas sexistas como la desvalorización de los roles y trabajos asignados a lo femenino, como los cuidados de las personas y de los hogares. Estimular mediante el juego a que niñas y niños aprendan a limpiar, cocinar o cuidar a otros seres, transmitiendo que se trata de una tarea fundamental para la sostenibilidad de la vida, serviría para prestigiar el trabajo reproductivo. Y para mantener a los niños ocupados mientras las niñas juegan al futbol en el centro del patio.

Queremos evitar que los niños y niñas se conviertan en personas adultas con actitudes machistas, y fomentar su libre desarrollo como personas, eliminado la limitación que supone cumplir con un modelo social preestablecido en función de su sexo, e inculcado mediante el juego.

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