OPINIÓN
28/02/2017
SOBRE ASCUA VIVA, AGUA.
“Andalucía, no
como la demás, sino como la que más”. Una y otra vez lo recordaba José Luis
Serrano en sus clases, en sus intervenciones parlamentarias, en sus charlas con
los compañeros.
Quedan ya casi
desdibujadas en la memoria aquellas movilizaciones en todas las provincias
andaluzas que allá por aquel 4 de diciembre del año de 1977 sacaron a más de
millón y medio de personas al grito de “amnistía, libertad y autonomía”.
Marcaron el camino con el que nuestra tierra iniciara la deriva competencial
prevista en el artículo 151 de la Constitución española.
Fueron años en los
que los conflictos surgidos por la crisis económica, con especial repercusión
en el campo andaluz, las huelgas en distintos frentes del tejido productivo, la
más que palpable inestabilidad política propia de la época, unidos a una larga lista
de acciones reivindicativas en lo social marcan un tiempo de lucha y
reivindicación de la dignidad e identidad andaluzas.
“Se acabe el paro
y haya trabajo, escuela gratis, medicina y hospital, pan y alegría nunca nos
falten, que vuelvan pronto los emigrantes, haya cultura y prosperidad”
cantaba en aquellos años otro granaíno ilustre, Carlos Cano, en su famosa
´Murga de los currelantes´.
Estas protestas y
reivindicaciones iniciaron su proceso de declive con posterioridad a 1.982, una
vez conseguido el estatuto. Aquellas históricas movilizaciones pasaron a ocupar
un lugar olvidado en la reciente y corta historia de la autonomía andaluza, no
se escatimaron esfuerzos para que así sucediera.
Quizá se pecó al
creer que el proceso autonómico funcionaría como “bálsamo de fierabras”, quizá
se interiorizó de manera equivocada la justificación del medio, porque en si
mismo supondría la solución de todos los males.
Lo cierto es que
reivindicaciones históricas de los jornaleros del campo andaluz, como la
reforma agraria, comenzaron a perder fuerza. A ello se unen unas tasas de paro
altísimas cuya única solución es la implementación de ayudas a través del plan
de empleo rural (P.E.R.), el miedo a quedarse sin empleo es, sin duda alguna,
inicio de redes clientelares y causa de desmovilización reivindicativa. No se
puede pasar por alto que también se produce una moderación de los líderes
sindicales y políticos que acogen con cierto acomodo la gestión en las
instituciones. Nos situamos así en una nueva forma de entender la acción
política cuya base se sustenta sobre el concepto de “subsidio”.
“Trabajo para
morir viviendo. No quiero trabajar para vivir muriendo” decía Federico García
Lorca. En muy poco tiempo se despojó el medio, el proceso autonómico, de su
fin, el carácter reivindicativo de políticas sociales, para volver a situarnos
en el asistencialismo caritativo.
Aunque es innegable
que en estos cuarenta años se han producido avances en todos los campos,
educación, infraestructuras, incorporación de la mujer al mundo laboral,
etcétera; y se da por sentada cierta complejidad para abordar y resolver muchos
de los problemas que responden a cuestiones de estructura económica, no es
menos cierto que actualmente soportamos unos índices de desempleo rayanos en lo
escandaloso, con miles de jóvenes emigrando por el mundo, más de un millón de
andaluces sufriendo la pobreza extrema y alrededor de un 45% de residentes en
riesgo de exclusión o pobreza. Todo esto desde un centralismo sevillano que
concentra allí las mejoras y reparte en todas las provincias los problemas. Los
versos de Carlos Cano, tanto o más vigentes que entonces.
Es necesario acabar
con esta situación, es necesario devolver la dignidad a nuestra autonomía.
Nuestro estatuto de autonomía prevé en su artículo 23.2 una renta básica que
garantice unas condiciones de vida digna en caso de necesidad, por supuesto, su
cumplimiento sigue siendo una reivindicación por desconocimiento de quienes
están obligados a instituirla, me surge la duda de que no estemos ante el mismo
escaparate urdido tras 1.982.
Es imprescindible
también un cambio profundo en la gestión, acabar con el clientelismo,
consolidar derechos, garantizar una educación pública y de calidad con una
inversión adecuada y planes de estudio eficaces y adaptados, asegurar la
asistencia sanitaria con los recursos y el cuidado que merecen pacientes y
profesionales, proteger nuestro medio, desarrollar y diversificar industria
sostenible que explote nuestras riquezas sin acabar con ellas.
El cambio no es sólo
posible, sino urgente. Tenemos una tierra rica, tenemos una juventud preparada
y aunque mejorable, tenemos una autonomía, una nación histórica, una Andalucía
como la que más. Pero también hay que descentralizar, repartir la autonomía en
todas las provincias, no puede girar todo en torno a Sevilla y Málaga. También
queremos una Granada como la que más.
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Claro que no, “no
tiene porque ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad”… pero sí,
va desnudo. Gritaba la obviedad aquel niño destrozando las pretensiones
reales en la historia de Hans Christian Andersen.
ANDALUCÍA COMO LA QUE
MAS… Gritó José Luís Serrano.
Volvía a lo obvio,
pero esa obviedad fue la que permitió desmantelar la mesa y dejando a la vista
la verdad negada; y sí, seguimos desnudos, pero cada vez menos ciegos.
Andalucía y Granada
son acreedoras de José Luís, de su legado; su deuda perdura, en su lugar, sus
herederos, con Carmen Lizárraga a la cabeza, tenemos la obligación de saldarla
y no caben mas demoras…
Andalucía como la que
más, Granada como la que más. Donde poder morir viviendo y que no nos falte de na.
Yeray Castro Segura
Secretario General de Podemos Motril
Secretario General de Podemos Motril
Francisco contreras escribano
Responsable de acción Institucional de Podemos Motril
Responsable de acción Institucional de Podemos Motril
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