La asociación Buxus ha recibido el premio Granada Coronada, un galardón con el que la Diputación de Granada distingue a personas y entidades que se han distinguido por su labor en favor del desarrollo de la provincia.
La asociación Buxus durante casi tres décadas se ha distinguido por su defensa y conservación de los parajes naturales como punto de partida hacia la mejora de la calidad de vida necesaria para el desarrollo de las personas y del resto de seres vivos.
En 1994 un grupo de personas con una larga trayectoria ambientalista, decidió formalizar su actividad en defensa de la naturaleza constituyendo Buxus.
La asociación tomó el nombre prestado del boje de Baleares, Buxus balearica, una planta muy especial que alcanzó la comarca costera en un lejano y húmedo pasado y que, con la aridificación del clima, quedó refugiada en las recachas más umbrías de las serranías litorales.
El trabajo con esta especie acompañó su primer y más importante proyecto, que no fue otro que conseguir la salvación del último humedal de la Costa de Granada, la hoy flamante Reserva Natural Concertada Charca de Suárez.
Se cumplen ahora 28 años de la constitución de la asociación y diez más desde que iniciaron su lucha para salvar el humedal.
“En el camino quedan los sinsabores de proyectos a los que dedicamos mucho esfuerzo y ningún resultado, como el de declaración de Parque Natural de la Sierra de Lújar, y otros donde conseguimos pequeñas victorias, como la protección de algunas de nuestro patrimonio industrial o la salvación del paraje del Tajo de los Vados, condenado en el proyecto inicial de la autovía del Mediterráneo. Muchas de nuestras luchas han sido incomprendidas, como nuestra oposición a la construcción de la presa de Rules, a la que existían alternativas mucho menos agresivas como ha quedado demostrado.
Pero nos queda la satisfacción, junto con el conjunto del movimiento ecologista de nuestro país, de haber sido de las pocas organizaciones que plantamos cara a la burbuja inmobiliaria, a la destrucción urbanística del territorio y a la corrupción que llevó aparejada.
En este tiempo hemos perdido a compañeros como Francisco Tarragona, que sigue teniendo el privilegio de ser tan ignorado por las instituciones de su pueblo como querido por la ciudadanía. Y también hemos ganado complicidades, las de nuestros compañeros y compañeras del movimiento ecologista, algunos políticos que se implicaron en la defensa de estos proyectos y los técnicos de las administraciones y los centros de investigación, que tejen juntos una red de solvencia y compromiso que permite contener alguna que otra barbaridad ambiental.
Echamos la vista atrás hoy, momentáneamente, al recibir el premio Granada Coronada de la Diputación de Granada, para hacer balance de lo conseguido y lo perdido. Miramos adelante y desgraciadamente el futuro no se muestra más favorable. Frente al lavado verde que realizan continuadamente las instituciones y las grandes empresas, el panorama es desolador. Nada de lo poco conseguido está a salvo y observamos como el sistema transforma nuestras mejores utopías, como las de las energías renovables, en un nuevo monstruo depredador del territorio.
Queda mucho por hacer, y esperamos que nueva gente recoja este testigo, conscientes de que como decía Julio Cortázar “el problema de la realidad no se enfrenta con suspiros”, ni con revoluciones en grupos de wasap.
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