7/11/05

La UGR expone los carteles de propaganda comunista china que convirtieron a Mao Zedong en uno de los iconos del siglo XX

El más importante de los retratos de Mao, del que se llegaron a imprimir más de 900 millones de copias, se convirtió en “retrato modelo” del dirigente
Numerosas imágenes lo representan involucrado en actividades del mundo campesino, a menudo inaugurando grandes o pequeñas obras


El Seminario de Estudios Asiáticos presenta la exposición De las manos negras al sol rojo. Los carteles de la Revolución Cultural China de la Colección de Arte Contemporáneo de la UGR, que podrá visitarse hasta el 25 de noviembre en la Corrala de Santiago y en el Carmen de la Victoria.

Un nuevo sol ilumina a las masas
Los carteles sirvieron durante la Revolución Cultural como vehículo de información, transmisión y educación difundido desde las altas esferas, pero también construido en niveles inferiores, como muestran los carteles elaborados con planchas de madera. Independientemente de su origen, lo que demuestran estos discursos en imágenes es la tremenda carga de los elementos que los conforman. La escritura china se había convertido en mensaje e imagen muy temprano, ya que la utilización simbólica de escritura, colores y figuras es recurrente en su tradición. Cuando se habla de la China roja hay que recordar aspectos que permitieron que el comunismo entrara en China cargado de una simbolización, el inconsciente ideológico compartido, que se ajustaba con facilidad a su propia tradición. Nada mejor que el rojo para simbolizar el renacimiento, la abundancia, la riqueza, la alegría. Rojo, como sinónimo de sangre viva, y “rojo” (hong) como homófono de “grandioso”.
Un inconsciente colectivo que ayudó a alimentar símbolos nuevos con tradiciones antiguas: la identificación de Mao como un gran “sol” cubría su imagen no sólo de un halo de luminosidad, sino de un potencial asociado con el elemento generador por excelencia. El Gran Timonel supo como nadie utilizar ese lenguaje de masas, componentes que convirtieron la Gran Revolución Cultural Proletaria en el mayor movimiento de China. En todo caso, no alcanzó su objetivo final, “transformar la educación, la literatura y el arte”. Los excesos derivados de los “golpes despiadados y frontales a todos los desafíos de la burguesía” fueron mucho más lejos de lo imaginable con consecuencias terribles en la vida de millones de personas.

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