Un grupo de expertos pertenecientes a diversas instituciones científicas de ámbito internacional, dirigidos por el investigador Jesús M. Ibáñez Godoy (Instituto Andaluz de Geofísica de la UGR), desarrollará en enero próximo la más amplia campaña de tomografía sísmica realizada hasta ahora en la isla de Tenerife. El objetivo es poder conocer la estructura interna del sistema volcánico tinerfeño hasta profundidades cercanas a los 10 kilómetros.
El equipo, integrado por cuarenta científicos, desplegará una serie de sismómetros a lo largo de toda la isla, con especial interés en el entorno del sistema volcánico Cañada-Teide-Pico Viejo. Aproximadamente, unas 150 estaciones sísmicas registrarán señales por un lado, naturales, procedentes de la sismicidad propia que se genera en el entorno, y por otro, señales artificiales producidas por el Buque Oceanográfico Hespérides, mediante un sistema de aire comprimido. Para esto último, el Hespérides recorrerá la isla a una distancia máxima de 2 kilómetros de la costa. Durante dos semanas, el buque generará en torno a 14.000 señales, siendo recibidas por las estaciones sísmicas, “será equivalente a registrar casi tres millones de pequeños terremotos imperceptibles por la población” –señala Ibáñez.
Una cuestión de velocidad
Con los datos registrados se pretende obtener una imagen tridimensional de velocidad de la zona, “similar a lo que conocemos como TAC en el caso del cuerpo humano”. Esto se podrá relacionar con un modelo o estructura de tierra. Según explica el investigador, a partir de un modelo de tierra de la zona se conoce la trayectoria o el camino que recorrerán las señales obtenidas. A su vez, se puede calcular el tiempo que emplearán las señales en recorrer dicho espacio, siendo éste el transcurrido desde que se emite la señal hasta que se recibe en los sismógrafos, y por tanto, “conocido el espacio y el tiempo se sabe también la velocidad a la que viajan estas señales”. Así, “si la velocidad es inferior a la esperada, indica la presencia de magma, agua, gas o un material muy fracturado en esa zona; o por el contrario, si la velocidad es superior, esto es indicio de la existencia de magma frío o muy comprimido, o un material muy consolidado”.
Este experimento es de gran utilidad, ya que permitirá conocer en detalle la estructura interna de los volcanes, realizar localizaciones sísmicas fiables, modelos de evolución del sistema volcánico, servir de ayuda a protocolos de alerta, y sobre todo, afianzar el conocimiento de la zona.
Experimento inocuo
Todo el trabajo a realizar dentro del proyecto en la isla de Tenerife se considera de muy bajo nivel invasivo, “por no decir nulo”. Así, en la tierra, las estaciones sísmicas se enterrarán en pequeños agujeros, que al finalizar el experimento serán rellenados, “por lo que quedará el entorno tal como se encontró”. En el mar, “está demostrado que la actividad del Hespérides es inocua para la vida marina”, pues ya se han realizado experimentos similares en otros entornos de muy alta protección medioambiental, tales como en la isla antártica de Decepción, con todo tipo de garantías.
En el proyecto, que está previsto que comience el 8 de enero de 2007 y finalice el 30 del mismo mes, participan la Universidad de Granada como centro coordinador, el Centro Geofísico de Canarias, la Universidad de La Laguna, a través del Departamento de Geografía, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y a nivel internacional, la Universidad de Liverpool (Reino Unido), el Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanología (Italia), el University College of Dublín (Irlanda), el USGS (EE.UU), la Universidad de Colima (México), y las Universidades de Buenos Aires y de La Plata (Argentina). También cuenta con la colaboración del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER) del Cabildo Insular de Tenerife.
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