La destrucción de las iglesias y de las imágenes religiosas que se llevó a cabo durante la década de los 30 en Granada, y otras ciudades españolas, tenía un claro trasfondo político, según el profesor Juan Manuel Barrios Rozúa, autor del libro “Iconoclastia. 1930-1936. La ciudad de Dios frente a la modernidad”. El volumen, publicado por Editorial Universidad de Granada (EUG) recoge la explosión de violencia iconoclasta de la década de los años 30, previa a la guerra civil española, una situación cuya magnitud de violencia ni siquiera es comparable a las vividas en su momento por la Unión Soviética y el México revolucionarios.
Así, los símbolos eclesiásticos se identificaban con las fuerzas conservadoras que mantenían una alianza tácita con la Iglesia para impedir la consolidación de un estado laico y el crecimiento del movimiento obrero. Barrios Rozúa trata en su libro, entre otros asuntos, el clericalismo y anticlericalismo en la Dictablanda; la quema de conventos, el bienio republicano-socialista, el bienio derechista, y la laicización de facto de febrero a julio de 1936.
Las causas
A decir del autor del libro, Juan Manuel Barrios Rozúa, en el caso concreto de Granada la destrucción de buena parte de su patrimonio histórico durante el siglo XX no sólo es atribuible a la reacción anticlerical, sino también al proceso de desamortización eclesiástica y al abandono público".
Igualmente, siempre según Barrios Rozúa, la historiografía sobre la iconoclastia anticlerical en España ha estado en manos de investigadores cercanos a la Iglesia Católica (muchos de ellos sacerdotes), y con bastante frecuencia el tema ha sido abordado desde un enfoque puramente propagandístico, como los trabajos que realizaron algunos militares franquistas durante los primeros años de la posguerra.
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