Sus componentes proponen una nueva manera de entender el flamenco junto a algunas de las canciones más populares del repertorio tradicional andaluzEl repertorio está compuesto por piezas conocidas como La Tarara o El Zorongo, junto a piezas tan flamencas como tientos, tangos y alegrías
En ocasiones, el flamenco cobra forma de espectáculo en el que lo antiguo y lo moderno se integran con naturalidad. Ejemplo de ello es el concierto de música flamenca que presenta la Cátedra Manuel de Falla a cargo del grupo Almazara. El acto tendrá lugar mañana martes 22 de noviembre, a las 20 horas, en el Aula Magna de la Facultad de Medicina. Los componentes de la formación son Esther Crisol, cante y violín, Nicolás Ortiz, violín y laúd y Vicente Márquez, guitarra. Procedentes de distintos ámbitos musicales y con un gran bagaje a sus espaldas, proponen una nueva manera de entender el flamenco, así como algunas de las canciones más populares del repertorio tradicional andaluz.
Flamenco y tradición
El repertorio de Almazara está compuesto por piezas tan conocidas como La Tarara, El Zorongo, El Café de Chinitas o Romance de los Peregrinos, junto con otras más flamencas como bamberas, tientos, tangos y alegrías. Estos cantes han sido arreglados añadiendo a la tradicional base flamenca de guitarra y voz otros instrumentos como el violín y el laúd, con el fin de crear nuevas sonoridades. Durante el espectáculo, se alternan de manera fluida pasajes a dos violines, guitarra y violín, laúd y guitarra y, por supuesto, guitarra y voz, garantizando una atrayente variedad y manteniendo al mismo tiempo toda la hondura flamenca.
Vicente Márquez “Tente”, nacido en Granada, entró en contacto desde muy temprana edad con el mundo de las músicas tradicionales de distintas regiones y formó parte de diversos grupos en los que se fue configurando tanto su faceta de guitarrista y percusionista como la de compositor. Nicolás Ortiz Medina, granadino, desarrolló su formación musical en la Agrupación Musical San Francisco de Cájar desde 1989, donde desarrolló diversas facetas como instrumentista hasta especializarse en instrumentos de púa como la bandurria y el laúd, además de la guitarra. Por último, Esther Crisol de la Fuente, también granadina, comenzó a interesarse por el baile flamenco a los cinco años. Realizó estudios en la Escuela de Arte Dramático y danza de Granada, pero fue en las veladas de la peña de arte flamenco La Platería, a las que asistía desde pequeña con su padre, donde adquirió la curiosidad por este arte.
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