14/7/06

Chucho Valdés actúa esta noche a las 22.30 horas en el parque de El Majuelo en Almuñécar


CHUCHO VALDÉS

Chucho Valdés, piano
Lázaro Rivero Alarcón, contrabajo
Juan Carlos Castro Rojas, batería
Yaroldy Abreu Robles, percusión

En los años 30, músicos como Mario Bauzá, Chano Pozo, Machito o en los 40, como el propio Bebo Valdés, consiguieron que maestros tan importantes como Dizzie Gillespie o la propia Ella Fitzgerald incluyeran la música afrocubana en sus repertorios. A partir de ahí el be-bop en Cuba, se empezó a llamar Cu-bop y después: Jazz latino; y ha evolucionado época tras época, hasta llegar a un músico que ha escrito la historia de la música cubana con letras de oro: Chucho Valdés

Pianista, compositor, arreglista, docente, director de orquesta… Conciertos en afamados escenarios, más de 50 grabaciones, doctorado Honoris Causa por prestigiosas universidades, 14 nominaciones y 5 Grammys justifican la afirmación de que Chucho es, en la actualidad, uno de los músicos con mayor prestigio mundial.

Dionisio de Jesús Valdés (Quivicán, La Habana, 1941) hijo de Pilar Rodríguez y de Ramón Emilio Valdés, Bebo; tuvo la suerte de crecer no solo escuchando discos sino viendo a grandes intérpretes tocar -Chano Pozo, Benny Moré, Ernesto Lecuona, Chico O’Farril- observando lo que hacían y cómo lo hacían y la oportunidad de que cada uno de ellos le enseñaran algo nuevo y diferente como por ejemplo florear, (improvisar). Todas estas influencias se mezclaron con sus estudios de música clásica y con la religión yoruba, lo toques de batá, los cantos africanos, las lenguas lucumí…
En el proceso de su maduración musical con solo 15 años crea su primera banda y un año después forma parte de la genial Orquesta Sabor de Cuba dirigida por su padre. Tras grabar su primer disco, en 1967 funda la Orquesta Cubana de Música Moderna. En 1970 dirige un quinteto que debuta en el Festival de Jazz Jamboree en Polonia. Dave Brubeck estaba allí; quedó tan impresionado que decidió enviar la grabación a Nueva York a la selección anual de pianistas: fue clasificado entre los 5 mejores pianistas de jazz del mundo junto a Bill Evans, Oscar Peterson, Herbie Hancock y Chick Corea.
Chucho se ha interesado por lo popular, lo folclórico y lo clásico: desde Rubinstein, Bolet y Horowitz hasta cómo traducir el toque de los tambores batá al teclado. La idea de fusionar el jazz, el rock y el funk con los ritmos tradicionales afrocubanos y descubrir nuevos sonidos rondaba en la mente del pianista cubano: funda Irakere en 1973, con nombres como los de Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, Carlos Emilio Morales, Carlos Averhoff, entre otros. Y entonces se empezó a escuchar música cubana, culta, sacra mezclada con jazz, tambores batá orquestada con matices de McCoy Tyner, Bud Powell o Bill Evans como nunca se había hecho antes. Irakere fue a Estados Unidos contratado por Columbia y propició toda una explosión adelantada de este género que llamamos jazz latino y que abrió camino a las actuales generaciones de músicos. Fue el primer grupo cubano que ganó un Grammy en 1980.
Irakere no sería sino el punto de partida de una serie de éxitos que han acompañado al pianista cubano en todo lo que ha hecho a lo largo de su dilatada carrera. Entre su discografía reciente, destacan: “Live at the Village Vanguard”, “Solo. Live in New York”, “New Conceptions” y su último álbum: “Cancionero Cubano”.
Tuve la enorme suerte de conocer a Chucho cuando vino al Festival de Granada en el 2002, lo había visto en la película Calle 54 de Fernando Trueba, y me sorprendieron sus manos, tan grandes, que pueden tocar con tanta sutileza y precisión, y la sencillez, amabilidad y grandeza de su persona. En las conversaciones que mantuvimos descubrí que para Chucho la música es su vida: “Bueno ya te digo, la música es el aire que respiro, es lo que me alimenta”.

No hay comentarios: